Little Boy | Park Jimin

P r o l o g o

—¡Ya no quiero jugar a preguntar más!

Se había ido la luz en toda la ciudad porque un murciélago se estrello contra uno de los fusiles de la central electrica de la ciudad de Busan. Luego de un tiempo en Corea, le era extraño que se fuera la luz, pues en todo el tiempo que había estado allí nunca había pasado eso. Pero casualmente en la oscuridad era aquel momento en que podía sacarle mas información a Park Jimin, una amistad que surgió de un accidente, ¿Tan solo amistad?.

— Entonces no te podré decir la pregunta mas importante—Dijo Jimin detallando su paleta de uva en la oscuridad.

¿Quieres ser mi novia?

— ¿Cual?, ¿Cual?, ¡Vamos Jimin dime!— agitaba con fuerza el peluche de pollito que tenía en su pecho sin sacar la paleta de fresa de su boca.

— ¿Quieres seguir jugando?— pregunto apuntandola con la paleta.

— ¡Si!— el cesped picaba su espalda, los mosquitos estaban empezando a aparecer, pero necesita despejar su duda.

— ¿Cual es tu talla de zapato?— se volteó en el cesped para ver su rostro mas de cerca al estar acostados.

— Adiós.— Se sentó en el cesped con su peluche a punto de pararse.

— Sophie, ¿No quieres saber la pregunta?— inquirió sentándose junto con su pequeño peluche chimmy.

— ¡Sí!— respondió entusiasmada.

—¿Seguimos jugando?— Lo miró desconfiada.

— Sí Jimin, pero dime la pregunta.— insistió.

¿Te puedo besar?

La escena en su mente era bastante satisfactoria.

—¿Prefieres tacón o sandalias?— su expresión de asombro se cambio por una de decepción.

— ¡Jimin!— dijo molesta.

— Sophie—hizo un puchero.

— Te odio—tiró la paleta de fresa justo en el pecho de Jimin, el cual tenía un suéter blanco.

En ese instante llegó la luz, iluminando el patio trasero de Sophie donde los dos estaban jugando en la grama, y Jimin tapo su vista por el sofoque de la luz.

— Debo irme— se levanto rápido y tiró las dos paletas.

— ¿Por qué siempre eres así?— la dejo con la palabra en la boca.

Antes de que pudiera detenerlo el pequeño chico ya había saltado la cerca de su patio como el hombre araña.

— ¡Maldito Park!— grito enfurecida.

Igual no era como si nadie fuese a entender. Era español, y nadie en el vecindario lo hablaba, ventajas y desventajas de vivir en Corea.

— Sophie, entra — grito su hermano desde el segundo piso— No entiendo los ejercicios de matemáticas, y si raspo yo, raspas tu. Mueve tu trasero.

— Respétame Martín antes que te...—su madre en la puerta del patio con los brazos cruzados esperando que entre— que te enseñe las ecuaciones de euclides, eso eso justamente— le sonrió a su mamá.