IV

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- ¡Vamos! ¡Apúrate, Ari! – exclamo temo afuera en el patio esperando que su novio saliera.

- ¿estás seguro que es una buena idea? No están tus papás – murmuró Aristóteles dudoso mientras salía de la casa, a Temo se le había ocurrido la maravillosa idea de nadar, en la casa no había nadie más que ellos dos, cosa que le ponía nervioso, ¿Qué tal si ocurría un accidente?

- Aris, levanta la vista y luego me dices si te sigue pareciendo una mala idea – ordeno con tono pícaro, dudoso Aristóteles volteo a ver dónde estaba Temo, y casi se le cae la baba al ver cómo iba el menor.

Temo se encontraba en una de las sillas de playa, recostado en sus codos, viéndole con las piernas cruzadas, y su traje...

- Temo – murmuró embelesado por la vista, las largas y pálidas piernas que su novio poseía, y esos muslos regordetes que moría por marcar, estaban a la vista, así como la mayor parte del cuerpo del López.

- Ahora no me digas que solo era broma, me morí de vergüenza comprándoselo a Crisanta – Temo desvió la mirada completamente sonrojado.

- No es eso, solo que Wow, eres... Hermoso – dijo Ari con la boca abierta, sus ojos viajaban por el cuerpo descubierto de su novio, sentía la temperatura incrementar y como su traje de baño le molestaba, oh Dios, no ahora. Ari se tiró al agua sin pensarlo dos veces, no quería que su novio lo viera así.

- ¡Aristóteles! – chilló Temo al ser salpicado con el agua de la piscina, molesto se levantó y camino hasta la orilla, ahí se sentó e intento visualizar al ruloso- ¿Dónde estás, desgraciado?

Temo miraba el agua, curioso, ¿Dónde diablos estaba su novio? Sorpresa la que se llevó cuando le abrieron las piernas de la nada y apareció Aristóteles entre ellas, regalándole una sonrisa encantadora, Temo alzó una ceja, algo tramaba ese chico.

Las manos toscas de Aristóteles, cuales descansaban en el interior de los muslos de Temo, comenzaron a acariciar la piel sensible del chico, siendo cada vez más rudas sus caricias, apretando la piel cerca del encaje de la pierna con sus pulgares. Temo mordía su labio echando su cabeza hacia atrás, disfrutaba de las sensaciones placenteras que obtenía del tacto de su novio, se sentía cálido, ardiente, abrió la boca y dejo salir jadeos, seguidos de pequeños gemidos. Sus manos fueron hasta el cabello de su novio y lo empujaron contra su piel, Temo pronto sintió un húmedo musculo resbaladizo deslizarse cerca de su entrepierna.

Aristóteles mordió con algo de fuerza la pálida piel ganándose un gemido entrecortado y un jalón de cabellos, miro hacia donde había mordido y noto una marca roja, luego subió su mirada, se encontró con la de Temo dijo en él, su novio estaba sonrojado a más no poder y con los ojos brillantes.

- Ari – murmuro por lo bajo y se apartó, Aristóteles lo miro curioso y confuso, Temo retrocedió poniéndose de pie, luego corrió y salto por encima de Ari, este último se encogió cerrando los ojos al sentir como el agua caía en su cara.

Temo salió a la superficie y nadó hasta Aris, este último le echó agua en la cara y salió huyendo con Temo yendo detrás de él, el López salió un rato a respirar y vio a los lados, no había rastro de su novio, o eso pensó hasta que sintió como lo tomaban por la cintura y le daban vuelta, la cara de su novio estaba a escasos centímetros de la propia, abrió la boca, pero de esta no salió nada, la sintió seca, se encontraba perdido totalmente en el oscuro abismo en los ojos de Aristóteles.

- Te tengo – murmuró Aristóteles acercándose lentamente, al contrario, el aliento de Temo se escapó, ahí cerca, sus cuerpos emanando calor, a punto de besarse, mil cosas pasaban por su mente haciéndole casi jadear.

- ¿Qué quieres de recompensa? – preguntó con malicia, sus manos fueron hasta los cabellos chinos de Ari, sus dedos se enroscaron en estos, acariciándolos levemente.

- A ti – le contestó ronco sobre los labios ajenos, Temo no se hizo el de desear y termino uniendo sus labios de manera brusca.

Aristóteles lo sujetaba por las caderas acercándolo a él, mientras que el contrario se aferraba a él por los cabellos, una de sus manos descendió hasta el antebrazo desnudo del rizado, se sujetó ahí, sintiendo los tensos músculos del más alto.

Besos húmedos, eso era lo único que se podía escuchar, los labios amasándose entre sí, chocando y moviéndose en una sucia danza, Aristóteles movió su cuerpo, empujando a Temo hacia atrás, caminando torpemente hasta chocar con la pared de la piscina, los besos seguían, aun así.

Aristóteles pasó su lengua por los labios de Temo, contorneándolos con el fin de que este la deje pasar, gustosamente el menor abrió la boca, dejando que Aristóteles penetrara su boca con la lengua, Cuauhtémoc quiso jadear, el musculo resbaladizo ajeno acariciaba el suyo. La lengua de Ari recorría su boca, y tocaba la suya con lascividad, sentía la boca llena, el beso era totalmente sucio, desordenado, lujurioso, buscando la satisfacción propia de cada uno, Temo necesitaba más de Ari, necesitaba que lo tocara completo.

Temo se lanzó hacia Aristóteles, separándolos de la pared, haciendo más profundo el beso, los sonidos obscenos les rodeaban, la saliva corriendo por su barbilla, las lenguas siendo succionadas y mordidas de labio excitantes, Aristóteles no pudo más, deseaba a Temo, realmente lo deseaba. Córcega llevo sus manos hasta los firmes glúteos de su novio y los apretó de forma ruda, Temo se separó y jadeó, el rizado lo levanto tomándolo por su trasero, el menor enredo sus piernas alrededor de la cintura de Ari, el más alto lo pego contra la pared con brusquedad y rudeza, aprisionando sus labios nuevamente, con vivida pasión y deseo.

La boca del rizado comenzó a desplazarse, dejando besos y mordidas a su paso, marcando la piel del menor como suya, llego al cuello del contrario y ahí se hundió, deleitándose con el aroma y textura del cuerpo de su novio, mientras que este jadeaba y se sujetaba a él desesperado por obtener más. Una mordida en su clavícula basto para que gimiera alto y se removiera hacia abajo, restregándose contra la erección contraria.

Aristóteles gruño y Cuauhtémoc volvió a gemir, esta vez más agudo.

Ambos se detuvieron un segundo, estaban, en shock, sus respiraciones irregulares, sus erecciones latentes y bocas hinchadas, con el ardiente deseo que les impedía pensar estaba ahí debatiéndose contra la razón de cada uno, Aristóteles ve las marcas en el cuello de Temo y muerde su labio.

- A-Ari – llamó agitado, este volteo a verle, Temo lo besó nuevamente, esta vez con más calma, había deseo y pasión, pero su ritmo era más sensual, como un baile entre sus bocas, la mano de Ari fue a la orilla de la prenda amarilla con intención de bajarla.

Una puerta de abrió creando un estruendo, ambos adolescentes se separaron a la velocidad de la luz quedando cada quien, en una esquina diferente, Temo recordó las marcas y se hundió hasta quedar coló con la mitad de la cara fuera del agua.

- ¿Ari? ¿Temo? – era Axel, ¿Qué estaba haciendo ahí? Debería estar en el hospital, los chicos se vieron entre si asustados, ¿los habrá escuchado? – Ah, ahí están, ya me había asustado.

- Eh si, Temo quiso salir a nadar un rato – contesto con nerviosismo, Axel lo analizo con seriedad durante largo rato, luego vio a su hermanastro hundido en el agua.

- Y supongo yo que no estará usando cierta prenda que sospechosamente compro en la tienda de mi abuela – alzo una ceja, en ese momento los ojos de Temo se abrieron abruptamente, y Ari sintió los colores írsele a la cara, Axel sonrió divertido, los había cachado- Ustedes y yo tenemos una plática pendiente. – soltó al aire para luego darse la vuelta y marcharse sin más, dejando a los jóvenes apenados sin poder verse a los ojos.

Aristemo salió de la piscina sonrojados, cada quien se cambió en un lado diferente, pero ambos compartían ese recuerdo, la sensación de sus cuerpos y el hormigueo incesante en sus labios.

También tenían la misma pregunta en mente.

Si Axel no hubiera llegado, ¿Qué tan lejos hubieran ido?

TENSIÓN SEXUAL《aristemo》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora