Caracas, lunes 6 de diciembre de 1965 – 9:30 a.m.Los pasos de la muerte
El hombre de complexión media, rostro pétreo y mirada fría descendió del Oldsmobile blanco y verde, cruzó los amplios jardines del Capitolio e ingresó al centenario edificio. Dirigió sus pasos hasta el buzón de correos de la cámara baja para verificar si tenía alguna correspondencia pero no halló nada. Antes de las diez salió de la sede del Congreso Nacional y se llegó hasta el Ministerio de Educación para tratar un asunto con el jefe de becas. Al terminar allí bajó hasta el edificio Atlántida en la avenida Universidad donde estaba la sede nacional de la organización política en la que militaba desde 1944, Acción Democrática (AD).
El diputado Martín Antonio Rángel, conocido por su parquedad parlamentaria y escaso carisma, era sin embargo estimado por los miembros del partido debido a sus dotes como organizador y el papel que había jugado en las luchas de resistencia contra la dictadura perezjimenista.
En la casa nacional de AD conversó largo rato con el dirigente agrario Eustacio Guevara y saludó a uno que otro de los cuadros que pasaron por allí. Faltando poco para las dos de la tarde llamó a su esposa Hilda María para anunciarle que ese día iría a comer en familia.
Caracas, viernes 3 de diciembre de 1965 – 4:00 p.m.
El paquete 01570
Efraín Salazar, encargado de la estación de servicio Tamanaco, ubicada a la vera del hotel del mismo nombre en la urbanización Las Mercedes, vio a un cliente que se acercaba hasta el buzón colocado allí por la empresa de encomiendas Avensa y del cual era también responsable. Al percatarse de que aquel hombre elegantemente enfundado en un traje beige portaba un paquete con llamativo envoltorio verde en la mano izquierda, se acercó hasta el escritorio para atenderlo. Tomó una guía urbana con el número 01570 y procedió a pedir los datos.
El sujeto que dijo llamarse José Antonio Colmenares indicó que el paquete debía ser entregado en el Congreso Nacional al diputado Martín Antonio Rángel. Salazar notó que la manga derecha del traje colgaba vacía y supuso que el hombre era manco. El encargado preguntó por el contenido del paquete a lo que el remitente contestó que se trataba de una figura, una estatuilla. Turbado ante la mirada curiosa de Salazar, el hombre le aclaró que se trataba de un regalo para una señora amiga. El encargado pudo ver entonces que pegado a la caja estaba un papel escrito a maquina con la palabra “frágil”.
Una vez que completó los datos y pagó los tres reales del servicio, el sujeto se retiró. Efraín Salazar arrojó el paquete verde en el buzón y siguió en lo suyo.
Caracas, lunes 6 de diciembre de 1965 – 2:30 p.m.
El almuerzo
La vivienda de la familia Rángel-Hernández estaba ubicada en la urbanización El Cafetal, una apacible zona en la que el valle de Caracas se rinde ante los jóvenes cerros del sureste. Al estar frente a la quinta “Hil-Mar”, el diputado tocó la bocina varias veces para anunciar su llegada; al oírla, sus hijos Malva y Martín José corrieron eufóricos a recibirlo.
El almuerzo transcurrió en armonía, tal vez por estar con los niños la pareja evitó reproducir una de sus frecuentes disputas por celos. Con ellos vivía desde el mes de abril de ese año la señora Pastora Jiménez quien les trabajaba como domestica. Cuando casi terminaba su almuerzo Martín Antonio Rángel recibió una llamada telefónica desde la administración del liceo Gustavo Herrera. Lo llamaban para avisarle que habían decidido adelantar las vacaciones por navidad. Su esposa estaba matriculada allí en las clases diurnas para cursar el cuarto año de bachillerato y él fungía como su representante legal; para poder hacer esto la chica fue inscrita como soltera.