Juegos de devenir parte siete: La experiencia es la clave.

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En el presente el mundo deviene eternamente, sólo se puede tener experiencia de esa transición. El momento permite percibir cómo estos cambios se manifiestan. No se puede tener, sólo se puede dejar pasar. Las ideas por ejemplo se mueven en la extensión de la mente y nos atraviesan, dejando su marca en el pensamiento de cada uno. En el uno absoluto todas las representaciones perfectas existen armoniosamente, y al moverse en el universo cobran sus respectivas formas imperfectas. Así el universo se completa, con todos sus hechos dispuestos a mutar con el tiempo. El pasado es una marca que vuelve al presente para recordarnos de aquello que que pudo haber sucedido sin la certeza sobre su realidad. El futuro es sólo una proyección ideal que se cruza en nuestra percepción del presente para ilusionarnos y confundirnos. Entonces nuestros sentidos deben estar afinados con aquello que es inmediato, con la atención dispuesta a estos hechos que nos afectan directamente y contemplar cómo las secuencias se transforman. Esta concentración última sobre el presente nos permite entender la realidad como constructo, aceptar a los acontecimientos con sus imperfecciones cómo si fueran parte de nuestro ser. Si el universo es una entelequia puede ser también entendido cómo una mente, dónde la información se mueve libremente y se impregna en nuestros cerebros mediante la interacción. Comprender al hecho absoluto en su totalidad es posible mediante la aceptación de los mismos hechos que nos afectan directamente, expandiéndonos dentro de esta masiva mente que creamos con nuestra capacidad de abstracción. Entendiendo también que esta nos creó a nosotros, somos parte parte elemental y necesaria de la totalidad. Con las transformaciones del mundo nosotros también cambiamos, el tiempo nos afecta directamente y sólo es posible comprenderlo a través de su pasar y por lo tanto de nuestro devenir. El instante es efímero, pero su presencia permanece como un eco. Cómo las ondas que produce la hoja de un árbol al aterrizar en el agua. El instante es el comienzo de todo lo que sucede, es la fundación de todo lo que es al mismo tiempo. Porque el instante lo define todo, es la necesidad de la existencia y es el fin de la misma. El momento es la continuidad de este instante y cómo éste se encuentra atado a sus cambios, generando así la ilusión de permanencia de los acontecimientos. Pero en realidad como estos se encuentran mutando constantemente a velocidades imperceptibles no existe tal cosa como su permanencia, ésta siendo sólo una impresión abstracta de nuestra percepción mental. Uno nunca se puede parar dos veces ante el mismo rio, ya que en éste el agua fluye constantemente arrastrando consigo la misma tierra que la contiene, haciendo de esto una demostración de cómo el cambio es una cualidad natural del universo y que su comportamiento se basa exclusivamente en este devenir. Las infinitas partículas que componen nuestro cuerpo son remplazadas a cada micro-segundo que pasa, convirtiéndonos naturalmente en seres que comparten este devenir con el universo. El desorden de los valores se aplica a todas las cosas que existen, la entropía es la naturaleza de toda la energía que se transmite de un lugar del espacio-tiempo a otro. Nosotros siendo parte de esa energía al igual que todos aquellos que están sujetos al hecho absoluto. Entonces nuestra experiencia es la llave que abre la puerta a entender al mundo como tal, como una transición permanente, el devenir mismo. La experiencia que nosotros tenemos del mundo nos demuestra que estamos atados al cambio, "nuestro deseo de permanecer cómo somos es lo que últimamente nos limita". Es la experiencia del cambio mismo lo que nos identifica y aquello que domina a la naturaleza. El reconocimiento de la importancia de nuestra experiencia define nuestra existencia y nos impulsa a evolucionar. Ya sea una evolución interna, tenemos que buscar el camino para guiar nuestro cambio y adaptarnos al mundo que nos rodea. Adaptar nuestro pensamiento, progresar en el dominio de nuestros impulsos y estudiar nuestras inclinaciones emocionales para poder tener un conocimiento del mundo que representamos en nuestra subjetividad que sea preciso, inmediato y práctico. La existencia se basa en vivir esta experiencia, ya que es lo que nos pertenece como seres sintientes. No por nada se dice que el presente es un regalo. Disfrutar cada momento es la respuesta a toda angustia existencial, sin aferrarse a los momentos pasados y sin sentir ansiedad por aquellos que pueden ser futuros. Si el momento es bueno contemplar cómo este nos ha cambiado a nosotros y si el momento es malo buscar la manera de hacerlo cambiar para poder afrontar su desafío, luchar con todas nuestras herramientas disponibles para lograr que el momento cambie. Se trata siempre de crear transformaciones en el mundo y como estas constituyen la naturaleza del mismo. El tiempo como lo conocemos es una abstracción matemática coherente para definir la manera en la que experimentamos el proceso de transformaciones del universo. Es la duración del transcurrir de un suceso lo que percibimos físicamente, para luego abstraerlo en un sistema comprensible. Por ejemplo el día y la noche son el resultado de los innumerables cambios que atraviesa el sistema solar dentro de un periodo concreto de tiempo, asumiendo que este es la abstracción resultante de percibir modificaciones en el estado del territorio en el que se habita. Debido a su forma natural y la ubicación en que se encuentra situado en el sistema solar, en el planeta tierra la duración de un periodo solar siempre va a ser relativa dependiendo del lugar donde se mire, por ejemplo la duración de una noche va a variar en los diferentes polos del planeta, en algunos lugares puede ser más prolongada y en otros puede ser más reducida en comparación. Estos acontecimientos son dependientes de múltiples factores elementales del estado en que se encuentra el planeta, por ejemplo la distancia a la que se encuentra éste del sol varía según su movimiento elíptico alrededor del mismo, o también la inclinación a 23 grados del eje de rotación del planeta genera periodos excesivamente prolongados de exposición solar en determinados territorios de los polos, dependiendo de su situación en la elipse formada por su recorrido alrededor del sol. Estos cambios permiten determinar la relatividad de las duraciones que se presentan en la cotidianidad, teniendo siempre en cuenta que el sistema solar se mueve en la extensión de la vía láctea y que el universo en que habitábamos un segundo atrás es completamente diferente del universo en que habitamos en este mismo instante. Esto se debe precisamente a que la cantidad de cambios que se generan de instante a instante pueden llegar a ser infinitos si tomamos en cuenta que el mismo universo tiene también como cualidad ser infinito. Si aislamos el sistema solar de la concepción de un universo infinito, podemos decir también que la cantidad de cambios que se generan de instante a instante pueden demostrar una diferencia abismal que separan al sistema solar pasado del presente, teniendo así mundos completamente diferentes debido a las transformaciones a las que se encuentra expuesto. Entonces nosotros mismos somos entidades abismalmente diferentes a nuestras versiones pasadas, ya que estos cambios nos atraviesan universalmente. Por lo tanto es el poder que nosotros tenemos de aprovechar la duración de los acontecimientos lo que nos impulsa a expresar estos cambios físicamente. Se trata de discernir realidades, contemplar cómo se dieron las instancias de cambio en una realidad pasada y en la manera en que se produjeron con sus respectivos efectos. Es cuestión también de percibir cómo nuestra persona se va transformando en su recorrido por el universo, conciliar a la versión pasada con la actual, relacionando la influencia que tienen ciertos efectos con sus causas y cómo estos nos afectan. Entonces teniendo certeza de la duración de los eventos nosotros podemos determinar el fin de los mismos, comprendiendo siempre que estamos sujetos al cambio pero no estamos aferrados al evento, sino que tenemos el poder de devenir con el infinito y atravesar el mundo que nos rodea aceptando su propio proceso pasajero de la continuidad como su naturaleza.

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