El ataque

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En las doce casas los caballeros salían recién de una reunión con el patriarca sobre un extrañó acontecimiento sucedido días atrás que tenía pendientes a los Santos de Athena por si alguna guerra ocurría de nuevo. Habían podido sentir varios cosmos despertar juntó con una fuerza mucho mayor y de repente nada, apenas se recuperaban de la última batalla contra Pallas y Saturno por lo que eran susceptibles a cualquier ataque. Además, las bajas en el ejército eran demasiadas, tan sólo unas cuantas casas eran protegidas y el Santuario ni siquiera estaba completo, lo que por consecuencia, dificultaría la protección a la Diosa.

-Kiki ¿Crees poder quedarte en el Santuario más tiempo? Sabemos que en Jamir es donde está la mina de polvo estelar pero no podemos arriesgarnos a un riesgo tan grande como es el no tener al primer guardián-

-La haré, retrasará el proceso de la reparación de armaduras pero es mi deber de Caballero, aun qué- la expresión del ariano cambió a una de preocupación en ese mismo instante-

-¿Qué es lo que te inquieta?- preguntó la caballera de Geminis

-Nada, es sólo que Raki tendrá que continuar su entrenamiento aquí y no se sí quiera, si una amenaza se aproxima podría salir herida o peor, aun que tampoco quisiera dejarla sola- soltó un suspiró y se fue a su Templo.

Entre las sombras unas siluetas rodeaba las doce casas con armaduras rojas escarlatas brillantes siguiendo con la mirada al ariano, mientras tanto Kiki tenía una extraña sensación que le causaba escalofríos; había algo que lo dejaba intranquilo pero ¿qué era ese cosmo, o mejor dicho cosmos? Sí, sentía más de uno. Aceleró el paso hacía su casa respectiva para protegerla, ahora que la mayoría de templos se encontraban vacios su deber era mucho mayor de lo que ya era.

A pesar de que había estado utilizando su energía en la reparación y reconstrucción de todas las armaduras sabía que no podía darse el lujo de descansar, protegería Aries a toda costa aún si eso significaba morir. Perdido en sus pensamientos no notó la llegada de su pequeña alumna.

-Maestro, maestro ¿Se encuentra bien?- la pequeña se acerco al mayor quien apenas había reaccionado

- Raki, lo lamento pero ocupo que hagas algo por mi.- la niña asintió con un poco de miedo- Quiero que te vayas a esconder y por nada del mundo salgas- tomó de los hombros a Raki y se puso a su altura- No importa que escuches, no vayas a salir ¿ok?- la pelirroja no podía entender lo que le estaba pidiendo su maestro.

-Maestro- pronunció la pequeña.

-Raki, eres una pequeña muy valiente y capaz, ahora vete- entonces la niña salió corriendo y cuando la pequeña ya no se veía se levantó de su posición para después darse media vuelta.

-Salgan de ahí, no ocupan esconderse más- de entre las sombras salieron varias figuras muy familiares.

-Vaya, tienes talento Aries pero eso no te va a salvar- dijo uno de ellos-

-No me subestimen, mi deber es impedirle el paso a cualquiera que se atreva a intentar pasar la casa de Aries-

-Descuida no te debes de preocupar mejor retírate ahora... Pensándolo bien ¿por qué no te nos unes?- extendió su mano hacia el castaño él cual ni se inmutó-

-Lo lamento pero yo soy fiel a Athena y nunca la traicionaría- su vista se dirigió a la sombra detrás él para luego esquivarlo- Ni siquiera se dignan a atacar de frente, ¿Por qué no muestran sus caras?-

-Así que eso quieres, bueno no hay problema-

Todos salieron de entre la oscuridad mostrando sus identidades siendo nada más y nada menos que los antiguos dueños de las armaduras doradas, quienes antes seguían a Marte, los caballeros dorados. Kiki trato de ocultar la sorpresa que tenía pero fue inútiles.

-¿Sorprendido?- preguntó Schiller con una sonrisa.

- Un poco, pero veo que han vuelto a escoger el lado del mal no tengo otra opción más que mandarlos de nuevo al inframundo- sin darle tiempo Ionia alzó su libro dirigiéndose a Kiki

- Alto- fue cuando sus movimientos se detuvieron en seco
-Creo que deberíamos ser más justos ¿no lo crees Fudo?- en eso aparecieron la caballera de Géminis y el santo de Virgo- Hermana, ¿por qué has vuelto a caer en la maldad?- preguntó Integra con tristeza en su tono

- Tu no lo entenderías jamás Integra- le dijo con enojo la chica.

-Así que ella es tu hermana, que conmovedora reunión familiar- dijo con sarcasmo Amor- Será mejor acabar con esto rápido, así que prepárense-

-Será mejor quitar a estos estorbos- Ionia se dirigió hacia los otros caballeros dorados- No se muevan- y lo casi inevitable sucedió

-¿¡Qué acabas de hacer!?- preguntó la de géminis

-Con mi poder aumentado ni siquiera los caballeros dorados pueden evitar mis órdenes. Podemos proseguir.

-¡Emblema del Rey!- Micenas lanzó su ataque pero fácilmente fue contrarrestado por Kiki- ¿Pero qué hiciste?-

-Muro de Cristal, una técnica que no sólo bloquea ataques sino que los devuelve. Ya les había dicho que les impediría el paso a toda costa-

-Veamos si puede detener éste ataque, ¡Bloody Walts!-  el muro lograba retener todos los ataques que lanzaban sus antiguos compañeros, aun así, se comenzaba a debilitar a cada segundo hasta que en un momento su defensa ya no resistió más y se rompió; estaba exhausto

-Parece que se te acabaron los trucos Aries, ahora, ¡Acabaremos contigo!- en eso Tokisada alzó sus manos para lanzar su gran ataque final pero fue que un milagro pasó- ¡Otra Dimensión!-

-¿Cómo se liberaron?- preguntó Ionia estupefacto

-No nos subestimes, descansa un poco Kiki. Deja que nos encarguemos, no darán ni un paso más- les dijo Integra.

- ¿Y cómo harán eso si sólo son dos? Les ganamos en número y poder- todos se pusieron en posición de ataque aun que una voz los interrumpió

- Ni siquiera puedes contar bien, somos cuatro- Harbinger apenas había entrado pero ya tenía una posición de ataque en cuanto a Kiki, se volvió a levantar disimulando su cansancio.

-Kiki debes descansar- le ordenó Fudo pero eso no lo detuvo

+ Yo voy a ayudarlos quieras o no Fudo- el Virgo sólo sonrió ante la terquedad de su compañero-

-Todavía tenemos una última sorpresa que queremos enseñarles- de en medio de ellos salió el antiguo caballero de Libra portando una armadura parecida a la séptima armadura sólo que el color era de un tono carmesí y las armas ahora eran distintas, todos se quedaron en silencio ante la aparición de su ex compañero.- No puede ser, Genbu.-

Corazón de BorregoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora