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Él

No habia pasado ni media hora en aquella veterinaria y el hombre de cabellos café  sentia que moriría en aquel lugar, bueno, exageraba. Pero su teléfono estaba al 15% y estaban por el número 43.

La lluvia se hacia más fuerte y la gente no paraba de entrar, habia 10 personas más detrás suya.

La campana de la puerta tocó nuevamente dando señal de que alguien entraba. Empapado por la lluvia, un joven no mas de 25 años, de cabellos escandalosos y ojos ligeramente verdes entró con un bolso y una campera de lluvia a la sala.
L

lamó la atención del hombre con aquel gato ya que el joven sacó unas llaves de su bolsillo para ir a una de las puertas de la veterinaria.

-Buenos Dias -Saludó con una amplía sonrisa y tono alegre aquel joven veterinario luego de venir bajo la tormenta-

La mujer que estaba de recepcionista saludo de igual manera, con una sonrisa tomó la taza de café y la croissant que el joven le trajo, aquello mismo sucedió con la veterinaria que salio de la puerta en la cual llamó.
Para cada una era algo diferente, agradecieron y volvieron a su trabajo, aquél de rasgos gentiles entró a su consultorio y en un par de minutos la fila comenzó a moverse considerablemente.

Quizás por esa razón estaba tan lleno de personas.

Algunas de las chicas que estaban trás el hombre del gatito en brazos  comenzaron a murmurar sobre el apuesto veterinario, en ese entonces el hombre descubrió por qué estaba tan lleno de personas.

Sin importarle mucho ese "Gran descubrimiento", suspiró agradeciendo a que la fila avanzaba rápidamente.

El pequeño gatito en todo momento siguió maullando por su pata herida.

Sus maullidos lastimeros volvían loco a los perros que intentaban alcanzarlo, los dueños de dichos animales intentaban calmarlos, pero les era casi imposible.

La mano gentil del muchacho de cabellos cafés le acarició la cabeza al minino, este último se dejó acariciar callando poco a poco sus sonidos de dolor.
Como una anestesia sana este parecia calmar su dolor.

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