Siento a Amanda depositarme un beso en mis labios secos antes de cerrar la puerta de nuestra habitación para así dirigirse a la escuela de nuestra hija, Darcy, en su primer día de clases después de sus largas vacaciones, creo que extrañare sentir la risa de mi bebe cerca de mi otra vez, pero lo que más deseo es que pueda seguir estudiando para formar un hermoso futuro por delante.
Decidí narrar mi historia en un cuaderno que me obsequio mi madre en mi cumpleaños 45, no lo he ocupado así que está totalmente nuevo, es un cuaderno muy colorido quizás esa sea la razón porque no lo había ocupado antes, pero hoy es el gran día ahora tendrá sentido solo deseo que pasados los días de mi muerte mi esposa lo pueda encontrar y pueda darse cuenta de lo mucho que significan ellas para mí.
Completamente solo y cubierto en un profundo silencio que invade la habitación, miro hacia las ventanas, observo a través de ellas el día, creo que lloverá dentro de poco, amo esos días principalmente porque las ganas de estar dentro de tu casa aumentan además de el deseo de poder escuchar la lluvia como cae y choca con el techo y las ventanas de la casa, quizás suene ridículo en un hombre pero me considero no un “tipo normal”, me gusta el hecho de estar en familia, darles la atención y el amor que merecen las personas que están en mi alrededor, valoro cada cosa que sucede pero antes no podría decir lo mismo.
Observo la hora en el reloj, me doy cuenta que aún es temprano, me acomodo mejor en la cama matrimonial que se encuentra ubicada en el centro, pero si diriges tu mirada hacia adelante puedes observar una puerta de color blanco donde se encuentra el baño, y en la esquina izquierda se encuentra el armario de mi esposa, junto con el mío.
Abro el cuaderno, veo que las páginas han ido perdiendo su color blanco a uno café claro, creo que me gusta. Pero al tener mi lápiz en mano comienzo mi narración.
