Parte 5

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Desde aquella noche, Taeyong no había podido pegar el ojo para dormir. Sólo han pasado tres días desde la última vez que vio a Doyoung con vida... en realidad no sabe lo que pasó después, él simplemente huyó y no miró atrás. Memorias lo acechan a toda hora, más aún ahora que en la ciudad hay carteles del azabache por todas partes, anunciando su desaparición. Se siente culpable. Lo único bueno de todo, es que no se ha topado con el nipón ni una sola vez. Ha intentado continuar con su rutina, ignorando todo lo demás, como si nada hubiese pasado y Yuta sólo fuese un mero recuerdo que el viento se llevó... pero no puede, todo es tan complicado. Ahora sale de casa por pura inercia, costumbre más que nada, viaja rumbo a la universidad y asiste a sus clases con regularidad, no sabe cómo es que hace todo ello estando ausente.

Le duele. Le duele la verdad. Le duele que Yuta sea un asesino, un monstruo.

La forma en que mostró sus muy filosos dientes, listo para probar un poco de carne humana y saciar su hambre, separando la mandíbula hasta dos o más centímetros de lo posible, fue tan jodidamente espeluznante, pero más lo fue cuando se incrustó en el pobre Doyoung. Así no era como se suponía que fuesen las cosas, Taeyong se culpó por ello.

Dio un suspiro a través de las fosas nasales al entrar a su casa, perdido en sus pensamientos. Su padre lo interceptó entonces.

—Hijo, tu mamá preparó una de tus comidas preferidas. Anda, ve a comer para agarrar energía.

Esta vez el suspiro fue más sonoro. —Gracias, pa. No tengo hambre, iré a descansar un rato.

—Pero te hace falta, últimamente luces desganado. ¿Qué tienes?

No puedes saberlo.

—Nada, es solo la universidad, ya sabes, muchos trabajos, las evaluaciones se acercan, el estrés emocional me está matando. Lo normal.

El señor Lee asintió, no tan convencido.

—Está bien, ve a descansar, sólo no olvides bajar a cenar.

—Gracias, papá.

Estuvo a unos segundos de subir los escaleras, cuando su padre habló de nuevo.

—¡Oh, hijo! Casi lo olvido, Yuta llamó, vendrá a cenar también, así que asegúrate de despertar para las ocho.

—¡¿Yuta llamó?!

—Claro, en la mañana... —el hombre achicó los ojos—. ¿Están peleados o algo así? Por tu cara, no pareces muy contento con la noticia.

—Sí, hace poco nos peleamos. No quiero verlo, papá.

—Yongie, pero ya lo invité a la cena, no puedo ser así de descortés-

—¡Pero yo no quiero verlo!

—Hijo, no sé por qué razón se pelearon, pero seguramente podrán arreglar sus diferencias si los dos lo hablan como se debe. Es tu amigo, después de todo, él en verdad te aprecia —luego dio un resoplido—. Bien, al menos déjame tener el gusto de que cene con nosotros, sí, incluyéndote. La deliciosa comida de mamá lo solucionará todo, lo prometo.

Taeyong sacudió la cabeza varias veces y apretó los dientes, esperando no derramar más lágrimas justo allí, frente a su padre. En lugar de ello, se marchó en silencio, subiendo las escaleras rumbo a su habitación. Al entrar, rápidamente se echó en la cama, boca abajo, deseando ahogar en la almohada todos sus problemas personales, lo cual no hizo, era inútil. Sin embargo, desde su nuevo descubrimiento, entendió que Yuta no se encontraba nada bien, ni siquiera era una persona normal, ya no más. Yuta o quien sea que fuese, podría ser cualquier cosa, pero no humano. ¿Qué es en realidad? ¿Una especie de vampiro? Aunque los vampiros no practican el canibalismo...

L'appétit︱YuTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora