4. Petricor

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Jonghyun se despidió de su madre y su hermana y se dirigió a realizar todos los pasos previos para tomar el vuelo. Había que estar una hora antes allí, le hacían preguntas: "¿a dónde vas", "¿por qué vas?", "¿cuándo vuelves?". Le pedían su pasaporte, le pidieron su valija. Ya estaba pronto para esperar la llegada de su avión.

Se sentía nervioso sin saber por qué. Acariciaba sus manos y hasta tuvo el impulso de mordisquearse las uñas pero se detuvo, los nervios no le ganarían la partida. Decidió matar el tiempo leyendo un libro que había llevado consigo, aunque el corazón no parara de latirle con fuerza.

El vuelo fue bastante calmo. Todo el viaje se dedicó a observar las nubes y a imaginar cómo sería dormir en ellas, imaginar la suavidad de esos bellos algodones, recostarse un poco ahí y estar tomado de la mano mirando hacia el mundo e imaginando lo pequeños que son. Siempre juntos, siempre de la mano.

Entre fantasía y fantasía, horas más tarde ya estaba en su destino. Esperó que su valija apareciera juguetona entre el resto de hermanas que parecían alegres de recibir a sus dueños. Jonghyun tomó la suya, la tomó de la manija y la hizo andar por el suelo liso del aeropuerto. Al salir, pudo sentir cómo las ruedas se quejaban del suelo áspero por el que ahora rodaban. Miró hacia el cielo y pudo notar que el día estaba bastante gris, como su compañera. Respiró hondo, la lluvia había pasado por ahí dejando un imponente petricor.

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—Kibum, eso estuvo asombroso —Jinki halagaba a su amigo mientras salían del teatro en el que había actuado.

—¿Quieren mi autógrafo?

—¿Y para qué querríamos esa basura? —respondió Taemin.

—Silencio, tonto, que eso podría valer mucho dinero algún día. Podemos usarlo, hazme varios —Minho le tendió una hoja.

—Ja, ja. Qué graciosos.

—Oye —un chico lo llamó tímidamente—, ¿a mí sí me das tu autógrafo?

El muchacho le tendió tímidamente un pedazo de papel y un marcador. Kibum se sonrojó y se quedó inmóvil. Jonghyun se dio cuenta de su estado y lo empujó cariñosamente con su cabeza para que se moviera. Se quedó en su espalda, para darle la seguridad que le faltaba. Kibum tomó la hoja con su mano temblorosa y firmó.

—Gracias, brillaste en el escenario —el muchacho habló rápido y huyó de allí.

—Creo que no me salió una firma bonita —se lamentó cuando pudo hablar.

Jonghyun acarició su espalda y Kibum se apoyó sobre su hombro.

—Él se fue muy contento —comentó.

—¿Y si vamos a comer? —sugirió Taemin— Muero de hambre. Paga el famoso, claro.

—Pequeña sabandija —respondió Kibum.

Jonghyun pasó su mano por los hombros de Kibum y avanzó sonriendo. El resto continuaba conversando y molestando a Kibum, aunque todos sabían que había brillado en el escenario, era más divertido hacer comentarios para fastidiarlo. La noche estaba sin estrellas, las nubes con un raro color inundaban el firmamento.

Llegaron a un lugar de comida rápida y se sentaron en las mesas como hacían siempre. Jonghyun iba al lado de Kibum, a su lado Onew, Minho y Taemin. Así era siempre y así siempre sería. Los amigos ordenaron lo más grasoso del menú y comenzaron a hablar sobre su futuro.

Vieron por la ventana cómo la lluvia comenzaba a caer y comenzaron a hacerse a la idea de que se mojarían mucho, pues la cortina de gotas que se estaba generando afuera parecía no tener un final.

Pero cuando terminaron su comida, la lluvia paró de repente. Aprovecharon la oportunidad para salir del lugar y comenzar la retirada a casa.

—Petricor —comentó Jonghyun.

—Y tu madre más, por si acaso —respondió Taemin.

—No, tonto, así se le dice al olor de la lluvia en el suelo seco.

—Me gusta esa palabra —pensó Jinki en voz alta.

—A mí también —comentó Kibum.

—Es hermosa —agregó Minho.

Comenzaron a caminar, solo fueron suficientes dos pasos para que la lluvia comenzara a caer nuevamente.

—¡¿Es un chiste?! —Kibum maldijo al cielo y todos comenzaron a correr.

En un punto, se rindieron y ya estaban caminando por las calles, bailando bajo la lluvia y tirándose agua que había en el camino. Uno a uno, fueron quedando por el camino en sus casas. Jonghyun y Kibum eran los últimos pues aún vivían cerca.

—Podemos correr si quieres —Jonghyun intentaba hablar sobre el sonido de la lluvia.

—¿Bromeas? Ya somos una sopa, ¿para qué correr?

—Tienes razón.

Y como si fuera una broma del destino, la lluvia comenzó a mermar cuando estaban llegando a la casa de Kibum.

—Muchas gracias, de verdad —Kibum miraba al cielo.

—Espera, respira —Jonghyun inhalo—. ¿Lo sientes?

Kibum lo imitó.

—Petricor.

—¿No te parece bellísimo cómo una palabra puede resumir un aroma tan hermoso como este? Que todos lo sentimos de diferente manera, que a todos nos llega de distintas formas, pero aún así todos sabemos a qué nos referimos cuando decimos la palabra.

—Como el amor, exactamente como el amor.

Kibum miró a Jonghyun. No sabía por qué esas palabras se habían escapado de su boca.

—El amor te hace recordar los olores con más intensidad —agregó Kibum.

—¿Sí? —Jonghyun comenzó a sentirse nervioso.

—Creo, no sé. Me ha pasado que un olor me recuerda a una persona, aunque haya estado con muchas con ese olor, eso no interesa. Solo lo relaciono con una persona.

—¿Y a quién te hace recordar el petricor, Bummie?

—A ti.

Respirando tu nombre [Jongkey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora