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Espero les guste :b

...

Historia observaba a Eren desde la cómoda sombra de un árbol, ¿que estaría pensando? ¿Cómo sería su vida más allá de los muros de la escuela? En cierto modo y aunque le avergonzara admitirlo, quería saber más de aquel chico que había mordido su cabeza y después había mentido por ayudarla.

Ciertamente no sería nada para alguien como ella el averiguar la respuesta a sus pregunta; sin embargo su orgullo le impedía darle la importancia necesaria para dejar su aburrimiento y pereza a un lado.

...

— Caballero oscuro podríamos ir a la tienda de hechicería. — propuso Mikasa ligeramente emocionada.

Ya era viernes después de todo y no tenían las presiones del resto de los días para llegar a casa.

— No, gracias.

— ¿Y que tal la tienda de cómics? Podría recomendarte unos mangas muy buenos que...

— Los veo el lunes. — ni siquiera lo dejo terminar, eso había sido grosero y lo sabía, pero ya estaba agotado de la semana escolar; tan solo esperaba llegar a casa y dormir, dormir, dormir y quizá comer.

Ingresó a su residencia como tantas veces lo había hecho, seguramente su padre estaría en la clínica atendiendo pacientes y su madre la pequeña farmacia continúa.

Estaba por subir las escaleras que lo llevarían a su cuarto cuando escucho el llamado de su madre.

— Cariño, tu padre tuvo que salir a atender unos pacientes y yo debo ir por unas compras ¿Te molestaría atender la farmacia un par de horas?

¿Qué podía decir? Si se negaba su padre se lo reprocharía por semanas, además como decirle que no a su madre.

Los minutos pasaban y pasaban en los que ni una mosca se atrevía si quiera a asomarse, era de esperarse ya que la farmacia era pequeña y lo único que realmente mantenía el lugar eran las consultas de su padre considerado uno de los mejores doctores de la ciudad. En fin, no era como que le molestará el no atender clientes; buscando aprovechar el tiempo decidió adelantar un poco de tarea.

Estaba anocheciendo, su madre le había llamado para decirle que tardaría un poco más por lo cual el debería cerrar el negocio, por suerte podría hacerlo un poco antes de la hora acostumbrada.

Mientras realizaba su tarea escucho un auto estacionarse rápidamente frente a la entrada, un elegante y costoso en color negro. Pensando que sería alguien que buscaba a su padre, no le dio importancia y regreso su mirada a su libreta.

La puerta fue abierta escuchándose el clásico sonido de la campana que colgaba de esta indicando la visita de un cliente.

— Lo siento, el doctor Jaeger no está. — Dijo sin siquiera dignarse a observar quien había ingresado.

— Por favor señorita discúlpeme, permítame llevarla al hospital general, no entiendo por qué pidió venir a...

— Cállate y piérdete de mí vista. — Su tono de voz era seco y serio, carente de piedad.

Su chófer completamente asustado asintió con la cabeza haciendo una reverencia y regresando al auto reprendiéndose en todo momento por su torpeza.

Eren aún seguía enfocado en su tarea cuando una pequeña sombra cubrió la misma, alzó la mirada encontrándose con la mirada sería y vacía de la rubia.

— Cúrame. — Aquella simple palabra sonaba más a una orden que a una petición. Levantó su mano frente al castaño mostrándole una pequeña cortada en su dedo índice, estaba rojiza y con una mínima cantidad de sangre lo cual denotaba que era reciente.

Estaba por hacer énfasis en que el doctor no estaba, pero al ver tan ridícula herida pensó que se trataba de una broma.

— Las banditas están en el aquel estante. — Señalo con su lápiz el lugar y luego regreso su atención a sus apuntes.

— Si muero será tu culpa. — Sus palabras si bien exageradas iban con total seriedad y exigencia, su dedo aún permanecía en la misma posición a escasos centímetros del rostro de su compañero de escuela, esperando la atención que merecía.

Alterno su vista entre el rostro de la rubia y la herida esperando que en realidad fuera una broma, pero no fue así.
Resopló dándose cuenta que la chica no aceptaría menos que el trato más profesional, ridículo y exagerado que pudiera pagar.

— Por aquí. — Condujo a la chica al consultorio de su padre en donde le pidió sentarse sobre la cama de exploración típica de todo consultorio.

— No alcanzó. — informó lo obvio, por supuesto no se rebajaría a siquiera intentar subir de un salto.

Eren tan solo le acerco un banquito con su pie para que pudiera subir y sentarse.
Tardo unos segundos en encontrar todos los utensilios necesarios, tan solo le seguía la corriente, pero todo fuera por poder cerrar de una buena vez. Se colocó unos guantes, abrió una gaza de curación nueva y la roció con agua oxigenada.

— Puede que arda.

Historia no respondió, tan solo agudizó la mirada al sentir el utensilio limpiar los alrededores de su ligero corte.

— ¿Unicornios o nubes?— preguntó Eren al mostrarle el estampado de las banditas que tenía.

Se sonrojo ligeramente al pensar en lo infantil y ridículo que se veían, pero eso se ganaba por sus ganas de conocer la residencia de Eren, dejarse cortar por una envoltura de chocolate era un precio que estaba dispuesta a pagar, mucho más teniendo en cuenta que la culpa se la había cargado a su chófer; pero usar esa bandita era un plus que no había contemplado.

— Unicornios. — pero a quien engañaba, se veían hermosos.

Su dedo fue delicadamente rodeado por la pegatina, sin arrugas, sin imperfecciones, un pegado perfecto.

— ¿Ya puedo cerrar?— En su mirada tan solo se veía un solo deseo, "bájate y lárgate".

— No me siento mejor.

— No te quejaste tanto cuando mordí tu cabeza. — Se retiró los guantes arrojando los a un cesto de basura a la espera de que la chica dejara su ridícula actitud de niña mimada y se fuera de una buena vez.


No respondió, tan solo frunció el ceño mostrando su descontento con las palabras del muchacho; sin embargo le había acorralado con aquella frase. De todos modos permaneció firme en su lugar.

Azul con verde chocaban en sus miradas, por un lado el orgullo que se negaba a reconocer un servicio digno y por otro lado el hartazgo que se negaba a ofrecer lo que fuera que la chica quisiera.

En ese momento una idea llegó a su cabeza, un recuerdo para ser más exactos, un recuerdo de aquel momento que nueve de cada diez niños habrían vivido; lamentablemente el décimo, era chica y era Historia.

Con sus manos libres del látex tomo la muñeca de la chica elevándola hasta su rostro y en un simple y rápido acto deposito un cálido beso por encima del unicornio que cubría la herida.
Eso hacia su madre cuando, en su infancia, solía lastimarse.

— ¿Mejor?

— Baka.

Rápidamente bajo la mirada buscando ocultar su notorio sonrojo. Ignorando por completo el banquito dio un salto directo al piso para bajar y salir de ahí lo más rápido posible, no sin antes abrir su bolso y dejar cual fuera el billete de más próximo.


Eren siguió sus pasos hasta la salida en donde cambiaría el letrero de la puerta a cerrado.

En un último instante sus miradas conectaron, la chica todavía sonrojada subió a su auto cerrando con fuerza la puerta.

En el camino y en la comodidad de su costoso auto, la chica observaba la banda sobre su dedo. Lo giraba de un lado a otro para poder tener diversos ángulos de visión; aunque no quisiera admitirlo, se sentía mejor, mucho mejor.





Erehisu - One ShotsWhere stories live. Discover now