《 I 》

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Sabía que corría un gran riesgo, el mayor de los trillizos se lo había advertido y si lo intentaba sin tener el consentimiento de ninguno de ellos. No tenía voz ni voto en esa propiedad, tampoco podía escapar. ¿Por qué su padre no regresaba a por ella?

Esto no es justo. . .

¿Por qué me enviaste a vivir este infierno, papá?

¿Será que siempre me odiaste?

¿Y yo nunca lo quise ver?

Tengo... tanto... miedo...

No sé lo que es dormir tranquila...

No sé lo que pensar por mi misma...

Simplemente no soy nada..

Para nadie...

¿Por qué yo?..

Ninguna de esas novias lo merecían...

No quiero ser parte de la colección de Kanato-kun...

No quiero más dolor..

Que me hagan éstas cosas..

Dicen que lo deseo..

Y yo sólo.. quiero.. llorar más..

Duele...

Siempre duele...

No puedo acostumbrarme...

Vivo aterrada...

Soy como un ciervo indefenso, bebiendo agua del arroyo y ellos son la manada de lobos que acechan desde el fondo de unos arbustos.. Saben que estoy sola..

¡Dios mío!

Aquellos pensamientos le cortaban el flujo de la respiración, rápidamente levantó despacio los ojos de la pantalla del móvil entre sus pequeñas manos. No faltaba mucho para que cayese el Sol, ¿quién sería está vez? ¿Quién le lastimaría? 

Con cuidado, la joven se dirigió hacia el interior del amplio closet empotrado a una pared y ubicándose bien en el fondo, para sentarse en el suelo.

— Tengo.. que..hacerlo..

El celular lo había obtenido de una de sus compañeras de clase, a cambio ésta tendría que obtener datos de uno de ellos y comentárselo terminado las vacaciones de aquel Año nuevo. Claramente si está continuaba viviendo con la familia Sakamaki, quizás esa llamada a escondidas sea su perfecto escape, ¿no? Se mordiendo cada una de sus uñas, mientras tecleaba con el pulgar el numero de su padre y colocándose el auricular del aparato contra la oreja.

— Padre... Contesta...

Tardaba en darle el tono. Los preciosos ojos de Yui Komori comienzan a aguantarse a cada minuto. Colgó. Y marcó por segunda vez.

— Seiji Komori, ¿en qué le puedo ayudar?

— . . .

— ¿Hola?

Se tapó la boca, no quería que le oyera sollozando detrás de la línea y por lo que intentó ser lo mas directa posible. Porque no sabe cuánto le quedaba. Sabía que le matarían. No se lo perdonarían.

 — Ayúdame...

— . . .

— ¿Papá?

— ¿Yu-ui?

Mr. HunterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora