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Un ambiente post-moderno estaría ideal para mejorar las vibras de aquella casa, tan plagada de tragedias y que parecía un gigantesco laberinto sin salida. Y por eso, ella quiso convencer a sus padres de realizar unos pequeños cambios en la pintura, deshacer de aquel mobiliario que solo estaba para remarcar un estatus alto, ¿para qué necesitaban aferrarse a cosas que les hacían tanto mal?

Principalmente, cuándo ese afán estaba muy arraigado al alma de su progenitora y actual reina dentro de la sociedad vampirica.

-¿Otra vez pensativa, querida Ai?-se aventuró a preguntar una mujer de belleza incalculable, que en su mirada vivaz mostraba genuina preocupación para con ella y a pesar de que fuera una cosa cuestionable al ser un vampiro.

-No quiero tener fiesta de cumpleaños- le contestó tajante la nombrada, todavía luciendo un largo camisón blanco; que terminaba hasta el nivel de su rodilla, y sentada a la orilla de los pies de una cama- ; ¿por qué no puede ser tomado como un día más?

-Porque eres una princesa.

¿Y por portar una corona soy diferente a los demás? ¿o más? No entiendo esa parte de tu lógica, madre.

A veces, Ai deseaba ser tan solo una humana ordinaria y no una sangre pura; menos tener que saber que tendría que ocupar el lugar de su padre algún día. En todo caso, ¿llegaría a hacer una buena reina? ¿Los demás vampiros estarían de acuerdo con ella? De momento, era joven para martirizar con ese tipo de cuestiones.

-¿Me cepillas el pelo, madre?-le pidió, saliendo de su ensimismamiento y caminando sobre un piso alfombrado con una precisión de modelo de pasarela. A la mujer se le desvaneció las emociones del rostro. ¿Por qué le tiene que pesar saber, que su hija no iba a estar a su lado; por siempre?

- Ai..

No. No es el momento, pensó la madre de la chica, y sin apartar sus ojos de ella.

-Estoy siguiendo tu consejo- Le recordó con un tono apacible la otra, muy parecido al que su marido empleaba en la intimidad y con que le borraba ciertos rastros de inquietud del cuerpo.-Es odioso despertar con el pelo enredado, ¿cómo la abuela podía mantenerlo a raya?

-Muuucha paciencia- le animó una sonriente Yuuki, poniendo ambas manos en los hombros a Ai y ésta se achicaba de figura dentro del taburete frente a un tocador.- ¡Ay, cada día te pareces más a mí!

-Cuida..las..cursilerias.. madre..

-Jamás.

-¡Por favor!-le ruega entre dientes, tapándose la cara con las palmas y percibiendo las durisimas cedas del cepillo rozándole por un largo mechón de su castaña cabellera.-Harás que sea el hazme reír de todos aquí.

- Estate quieta- le disparó otro consejo la otra, plantada de pie a espaldas de ésta y concentrada también en la dirección que hacia con el cepillo- Te voy a hacer gritar.

- A todo esto, ¿en qué fecha iré a ese colegio?

* * *

Los demonios existen para justificar el mal dentro de este mundo, e incluso su sola existencia se la atribuyen a Dios y siendo que en realidad ellos viven dentro de cada ser viviente. Bueno o malo; ¿se trata de una elección? No obstante, estos mismos seres también eran buenos espectadores del caos.

Por ejemplo; ahora mismo, una representación de ellos presenciaba a través de sus gafas: un brillante y amistoso espectáculo de choque de sables. Estos mismos componían un sonido semejante al trueno al chocar el uno al otro, chirriante, y que se iba expandiendo a una velocidad asombrosa por cada uno de aquellos rincones.

Por supuesto, estos dos oponentes no se cansaban en lo más mínimo, encima no les importaba la presencia de él o el instructor que debía interferir en caso de que se saltara una norma del estricto arte de la esgrima.

-¡Ahhh~! ¡Extraño los tiempos en que destajar no era delito!-le comentó desairado a su contrincante; que estaba mudo-. Estoy nostálgico, Sarah... ¡Odio vivir en estos tiempos tan malditamente humanistas!

-¡Nada de distracciones!-Les retó de paso el instructor-Su lado derecho es punto vulnerable ahora.

En ese instante, él que no paró en ningún segundo su lengua, bloqueara la punta del sable de su adversario y éste no tendrá de otra que echarse dos pasos atrás. Con esa acción, finalizara el entrenamiento entre ellos y dispuesta a hacerse a un lado.

- ¡Oh, querida~!-Le reclamó, tocando entre dedos enguantada la punta del sable y torciéndola por simple placer de probar su resistencia-¿No te gusta perder la razón por mis encantos?

-Demasiado palabrería y poca acción para mi gusto, Karl -dijo melosa una mujer-¿Así de pésimo eres para encantar a una fémina?

Sarah se despojó del casco, que le protegía de cualquier herida accidental y liberando una fluida cascada de bucles rubios a lo largo de su espalda. Su cutis era parecido al de una muñeca antigua.

-Suenas como una de mis difuntas esposas- le dijo él, también liberándose del casco de protección y evidenciando un cabello de tono rubio ceniza hasta sus hombros.- ¿Ya pensaste en la idea de matrimonio?

-¿Y ser la cuarta? ¡Olvídalo, maldito viudo negro!

-Señorita Shirabuki- Le recita cerca del oído, un hombre vestido de mayordomo y con gafas de marco cuadrado- ¿Les ofrezco algo más?

-¡Claude, amigo!-Exclamó Karl, inspirando por la misteriosa presencia del nuevo mayordomo de la familia Shirabuki y que extrañamente no se despegaba de la mujer con rasgos de muñeca.- ¿Eres dado a la esgrima?

-Mi Claude...-Le dijo ella, formulando un puchero con unos cincelados labios y acunando entre sus palmas aquellas mejillas de él-¿Podrías retirarte solo un segundo? Necesito tratar unos asuntos con el señor Sakamaki.

Claude asintió, por dentro no tan animoso por aquella idea y desapareciendo en un abrir y cerrar de ojos.

-¿Cómo es eso de que comprometiste a uno de tus hijos mayores?-le dijo sin rodeos ella a él; a diferencia de éste, que solo se limitó a sacar un protector de plástico de la punta de la espada y arrimándose hasta el incrédulo maestro de esgrima; que les había acompañado durante todo el rato- ¿Karl?

-Sin testigos..-le aclaró sombrío Sasamaki a ella, matando por corte a la yugular al supuesto humano y formando de paso bajo los pies de éste: un enorme charco de color parduzco, difundiéndose lentamente por aquel brillante piso de baldosas grises.-¿Qué también vas a participar en el juego a por el trono?

* * *

Odiaba que fuera un inconsciente estando en una crisis emocional, ¿acaso tan bajo había caído? Le apretó fuertemente la muñeca, levantándolo con una fuerza que lo hacia ver inhumano y lo miró con un único iris azulino.

-¡¿Qué diablos te pasa?!-Le reprochó el desconocido, debido a la carrera que hizo por detener su intento de suicidio había perdido su sombrero y que fue a parar al suelo.-¡No te vas a matar hasta pagarme el ojo que perdí por ti!

Éste nunca le había recriminado nada a su pupilo, pero no iba aceptar que perdiese la vida de esa forma y más porque no era digna de un cazador. Porque ese chico desde que le conoció, supo que sería un mejor cazador de lo que fueron sus antecesores y; sin embargo, a él le urgía ser un despojo humano porque sí.

-Maestro..

-Vamos, Zero- Lo ayudó a estar de pie, ofreciéndole un hombro para hacerle de muleta y tratando de que se estabilizara encima del piso.-Se nota que el alcohol no fue hecho para ti.

-¿Quién le dio mi dirección?-le murmuró agotado Kiryuu, sintiendo como el otro lo tiraba contra un sofá y sin el menor de los cuidados de su delicado estado-¡No tenía porqu-!

El hombre que lo aventó igual que una bolsa de papas, se puso a fumar el cigarro que le sustrajo y abriéndose parte de la gabardina, extrae una carpeta sellada a hilo.

-¿Qué es?-gruñó Zero, no visualizándolo bien desde su posición. ¿Por qué éste no simplemente lo abandonaba a su suerte?

-Un listado alfabético de hijos de cazadores que son ganado para nuestra querida monarquía vampirica, ¿ahora volverás en sí, pequeño idiota?

Mr. HunterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora