Llegaba la hora de la verdad, los exámenes finales; nervios, estrés, impaciencias, etc... Yo no soy un niño de estudiar mucho.... Por no decir nada. Me costaba mucho el simple hecho de ponerme en una mesa con un libro enfrente y todo en silencio. Mis calificaciones eran muy buenas pero no me podía confiar en estos niveles. Las tardes en ese tiempo eran muy largas, con un sol espléndido y los niños se salían a jugar al parque con una pelota y me daba envidia porque yo no podía ya que mis deberes era más importante que mi diversión en estos momentos.
Llegó el día del examen y todos mis compañeros hablaban sobre el y del tema que se habían estudiado. Me empezaba a poner nervioso y tenía el presentimiento de que a la hora de hacer el examen me iba a bloquear y no iba a saber que hacer. Pasado el examen en ni conciencia pasaba algo raro y no sabía que era exactamente. Cuando llegué a casa cogí el libro para ver mis errores y más o menos cuadraban las cosas, pero ese presentimiento no se iba de mi mente.
Pasados unos días, nos dieron los resultados, y ese presentimiento que tenía en mi cabeza, hizo acto de presencia y al ver el examen la nota no cuadraba con lo que yo creía haber hecho. Por un momento, se me vino el cielo encima. Había suspendido el examen y por lo tanto, había suspendido el trimestre, y el curso entero.
La maestra no pudo subir nota de ninguna manera y me dijo que tenía que ir a septiembre para recuperar el curso de inglés. A mi padre no le gusto un pelo esta noticia al ver el boletín de notas, y me dijo que no eran notas para mi nivel de estudio en general, es decir, que no me representaban.
No hubo castigo, pero por mi parte no me sentía bien. Mis vacaciones fueron estupendas: piscina, playa, fiesta, quedadas, etc... Pero mi padre a mediados de julio me dijo que para recuperar inglés y que no tuviera ninguna dificultad, fuera a apuntarme a clases particulares desde esa fecha hasta el día del examen de recuperación. Esto era el castigo, ya que el costo de las clases lo iba a tener que pagar de mis dineros ahorrados y así saber valorar el dinero, la oportunidad de poder salvar mis notas a tiempo y empezar a ponerme a estudiar cuando hiciera falta.
Para recuperar este dinero, me fui a la obra con mi tío para ayudarle ya que estaba sólo y le hacia falta un ayudante. Todas las mañanas la alarma sonaba a las 7 de la mañana, desayunaba, me ponía la ropa más vieja que tenía y me recogía para ir camino al trabajo. Los lunes, miércoles y viernes, a las 12 dejaba a mi tío para ir a ducharme y coger los libros e ir a clases. Los martes y jueves libraba de clases y podía acabar la mañana en la obra y poder ayudar mas tiempo.
Cuando acabó la obra, mi tío me dio el dinero que me había costado las clases y me agradecía mi ayuda. El día del examen nos volvimos a ver todos los amigos después de todo un verano y un poco más morenos. El examen me salía muy bien y recupere el curso. Aunque la maestra, además de felicitarme, me dijo que me podía haber ahorrado el dinero, las clases, y el mal rato de las notas a mi padre. Este curso me voy a preparar el b1 porque he mejorado mi nivel de estudio y con ello las calificaciones