Día 3

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NOTA DE AUTOR:
~Genderbend AU, es decir, cambio de género de algunos personajes.

*****

Se despierta de golpe cuando escucha un portazo en el auto. Gruñe fastidiada al sentir los brillantes rayos del sol pegándole en la cara y el caliente asiento quemándole la piel.

Toma una sábana que se encontraba tirada solo para taparse por completo y así tratar de conciliar el sueño mientras sus audífonos seguían reproduciendo su música favorita —la cual constaba de las mismas siete canciones que se repetían una y otra vez, pero a ella le importaba poco.

Sus ojos parecían calmarse al igual que su respiración, pronto volvería a caer dormida sino fuera por los insistentes golpes en la ventana del auto que le taladraban el cerebro sin piedad.

Se destapó de un manotazo, sintiendo sus ojos arder debido a la súbita llegada de la luz a su vista. Estaba dispuesta a matar a cualquiera que haya interrumpido su sueño cuando más golpes volvieron a escucharse, ahora más insistentes y violentos.

—¡Levántate, mocosa! Ya llegamos —dijo su madre con malhumor—. Ayuda a tu padre a bajar las maletas.

—No me digas qué hacer, maldita bruja —gritó desde la ventana del auto.

—Tú no me contestes de esa manera, niña malcriada.

Masaru Bakugou se estiraba a lo lejos, admirando la cabaña en el campo que habían rentado para pasar las vacaciones de verano. Le costó mucho trabajo convencer a las dos féminas de ir ahí —en especial a la más joven—, pero la tranquilidad que ese lugar le transmitía hacia que todo valiera la pena. Al menos hasta que pudo escuchar la riña entre su esposa y su hija.

*****

La noche ya había caído y el cielo oscuro se encontraba pintado con pequeños puntos tintineantes que formaban constelaciones enteras. Algo realmente bello que cierta chica se negaba a ver debido a su orgullo.

—Niña, no seas terca —reclamó la mayor—. Iremos a dar una vuelta por un poblado cercano. Tu padre quería que fuésemos todos juntos.

—Eso me importa una mierda, yo no quería venir aquí en primer lugar —se quejó con el ceño fruncido.

Mitsuki estuvo a punto de contestarle, pero su marido le detuvo. Intercambiaron un par de miradas y algunos gestos antes de que la mujer se rindiera.

—Bien, quédate si quieres. Pero no te traeremos nada, mucho menos comida.

Ambos adultos salieron por la puerta principal y subieron al auto para partir poco después. Ella no entendía ese extraño idioma que sus padres tenían y que no involucraba palabras, pero si con eso la dejaban en paz, entonces no le tomaría importancia.

Se recostó en el sofá, colocándose los audífonos con el máximo volumen. Lo peor de todo era que ni siquiera había internet en ese lugar y la señal de su teléfono era casi nula.

Odiaba ese lugar. Odiaba el campo y los estúpidos insecto que revoloteaban a su alrededor. Odiaba el calor abrazador que había aún de noche y el olor silvestre que se mezclaba en su nariz. Incluso la cabaña se le hacía odiosa, con sus paredes de madera y su decoración rústica.

Suki Bakugou estaba realmente cabreada con todo. Además, su madre había interrumpido su siesta en la tarde y el resto del día la obligó a acomodar las cosas en la cabaña así como a limpiarla a pesar de que se encontraba impecable, incluso más que su propia casa. Eso ayudó mucho en formar el mal genio que en ese momento se cargaba.

Kiribaku Week 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora