Sábado, 20 de Enerodel 2014,4:30 pm.
***Llamada***
-No, es algo casual solamente-susurre y mire a todos lados esperando que nadie me viera.
-Claro, por eso me marcas para que te de consejos-se hecho a reír mi amiga de el otro lado de la línea.
-Tu sabes mas de moda queyo, y no, no es nada formal-volví a repetir como por trigésima vez.
-Bueno, no te enojes, en 10 estoy en tu casa-colgué rápido el teléfono y baje a la cocina.
***Fin de Llamada***
Me senté en la barra del comedor con un bote de nieve, claro mi favorita, de fresa, no pasaron ni 5 minutos cuando alguien toco el timbre de la casa, vaya creí que Clarissa tardaría un poco más, con eso de que se va a traer todos sus cosméticos, tendría que empacar dos bolsos. Siguieron timbrando, insistentes, otras 5 veces más, pero ¿qué no hay nadie aquí?, me baje de el banco y me dirigí a la puerta con mi bote de helado.
-¿La señorita River?-un tipo de al menos 20 años con uniforme de correo estaba frente a mi puerta.
-Soy yo, ¿necesita algo?-tome mi cuchara y metí un poco mas de helado a mi boca.
-Si, que firme esto de recibido-me entregó un sujetapapeles y una lapicera.
-Podría detenerme esto-le di mi helado y tome el sujetapapeles-listo, ahora, ¿Qué recibo?
-Claro tome-me dio un sobre amarillo-que tenga buen día.
-¡Hey! Aguarda-antes de que se fuera lo llame.
-¿Algo más?-en su cara se veía cansancio y fastidio.
-Si, mi helado-lo señale con obviedad.
-Ah claro, lo siento-me lo entrego y se marcho.
-Hey! No me cierres la puerta-la voz de mi amiga hizo que abriera la puerta de nuevo y en sus manos llevaba un bolso Prada, ella si sabia lucirlo.
Caminamos en silencio a mi cuarto, abrí la puerta y me encontré con Boris husmeando mis cosas.

ESTÁS LEYENDO
The dark side of Rebecca
ComédieRebecca River hija de uno de lo mas importantes cenadores del gobierno, aparenta ser una chica dulce ante la sociedad ya que la imagen de su padre Andrew River puede ser dañada. Pero cuando la mano derecha de su padre Boris Laursen la enseña a vivir...