Una estrella para Luna.

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-¡Viajaré a la luna! -grita su infantil voz, girando en círculos hasta caer a mi lado y hundir su entrecejo-. ¡No! algo mucho mejor... ¡seré una estrella!

-¿Por qué? -indago confuso-. Puedes ser algo mejor que una estrella -divago entre mejores opciones.

-¡No! -grita espantada-. Mi sueño es ser una estrella, como esas chicas que son admiradas... como ¿era? -lleva una mano a su barbilla pensativa, con un mohín en sus labios y sus ojos llenos del reflejo de las estrellas- ¡Ah, sí! ¿Has leído esas mágicas historias de la mitología?

-No.

Conocía las historias a las que se refería. Ella y mi madre eran fanáticas de esos antiguos relatos, pero, me encantaba observar el brillo de sus ojos al charlar por horas de ese tema.

-También lo tenía al hablar contigo... ¿acaso lo olvidaste?

-Narran hazañas ejecutadas por fuertes, valientes, compasivas y hermosas mujeres, y ¿adivina qué? ¡La mayor parte de ellas tienen su propia historia! Ya compré la mía, solo falta que los habitantes del mundo conozcan mi historia... espera, ¿Cuál es mi historia? -pregunta mirándome, expectante a mi respuesta.

-No lo sé. -mentí.

-Justo en ese momento me rompiste el corazón, ¿recuerdas su sonido?

-Ya nos enfocaremos en crearla, ¿vale? -asiento embelesado con sus ojos y sonrisa-. Te mostrare cual es mi historia, pero -gira su cabeza repleta de rulos castaños, en dirección donde se encuentran nuestros padres charlando- aquí no. Debemos de ir a un lugar -acerca sus labios a mi oreja y susurra- más privado. -vuelvo a asentir, antes de levantarme, ayudarle a ponerse de pie y escabullirnos al patio trasero de su casa.

Atravesamos la puerta trasera, ingresamos a su cálido y oscuro hogar, subimos las escaleras seguidos por su pequeño minino Percy, caminamos en el pasillo con tres puertas a sus costados, dos a la izquierda y una a la derecha. Mira el techo, toma una cadenilla, jala y ante nuestros ojos se desplazan unas escaleras de aspecto antiguo.

-Las damas primero. -extiendo una mano fingiendo una reverencia.

-Le temías a la oscuridad y soledad, ¿sigues temiendo de ellas?

-Continúo haciéndolo. -respondo sin pensarlo.

-Miedoso -acusa subiendo las rechinantes escaleras a la tercera planta de su casa, el ático.

-Precavido bella dama.

-Hacías mi corazón saltar de alegría con esas palabras, ¿nunca lo escuchaste latir con fuerza?

-No tuve el honor mi reina.

La observo perderse entre las penumbras. Tomo una fuerte respiración, me armo de valor y comienzo mi recorrido, subiendo por las inestables escaleras, con el corazón latiendo a mil y el gato maullar desde abajo.

Asomo mi cabeza tratando de afinar mi vista en la oscura habitación. Al pasar unos segundos, logro distinguir cajas repletas de cosas, adornos de las distintas épocas, el gran árbol de navidad, libros viejos y apilados, un viejo sofá, entre tantos objetos que parecen acomodarse unos sobre otros, tratando de dejar la vía libre en el centro del lugar y la pequeña ventana del ático. La inquieta y entusiasta chica mueve sus manos con apuro, frente al marco de la ventana.

-¡Vamos! Mi estrella espera por ser encontrada. -apremia abriendo la ventana, sentándose en el borde del marco y saliendo al techo.

Mi corazón se saltó un latió al imaginarla caer. Me apresure a correr, posar ambas manos en el marco, asomar mi cabeza hacia arriba y gritarle:

-¡Estás loca! -le acuse, observándola con sus brazos extendidos y caminando en dirección al gran muro de la chimenea.

-Pero si antes era tu bella dama. -respondió-. ¡Ven! Nada pasara. -asegura mirando al cielo.

-Pasaron muchas cosas. -susurre con un sabor amargo en la boca.

-No me arrepiento de nada, ¿tú lo haces?

Tomando una gran bocada de aire, impulsé mi cuerpo fuera de la seguridad del ático, me sostuve con fuerza a la ventana, caminé sosteniéndome al techo, con cuidado de no caer ni mirar hacia abajo.

Al llegar a su lado, la observé permanecer sentada, con las piernas estiradas y recargando su espalda a la pared de ladrillos rojos, fui rápido en moverme rápido, sentarme con fuerza a su lado y abrazarla con la adrenalina corriendo por mi cuerpo.

-Siempre el más vulnerable del grupo. -comentó acariciando mi cabello castaño de rulos.

-Amaba tu cabello largo, ¿por qué lo cortaste?

-Me recordaba a ti -admití suavemente- y yo quería olvidarte.

-¿Lo lograste?

-No. -salí al pequeño balcón de mi apartamento y señalé la estrella más cercana a Luna-. Siempre estás ahí y aquí. -luego mi corazón.

-Eres el único recuerdo que me es permitido conservar. -la observe.

Más alta, con más años, de cabello largo, pero sin perder sus adorables rulos, curvas que me cautivan, su piel morena brillante a la luz de la luna, casi con un efecto que pareciera que la luz le traspasa suavemente, otorgándole la belleza descrita en las escrituras mitológicas.

-Lograste salirte con la tuya bella. -le acuse con una sonrisa adornando mi rostro-. Tienes tu propia estrella, todos hablan de ti con anhelo y una historia que permanece en escrito.

-No con todo. -se acercó y poso su mano enguantada en mi mejilla. Cerré los ojos ante la delicada caricia-. No conseguí al amor de mi vida.

-Irónico, porque yo tampoco lo logre.

Rio suavemente y contesto negando con su cabeza:

-Tan distraído como en el pasado. -musito para ella misma-. No logre amarte como tanto soñaba.

Suspire.

-Y ¿no puedes hacerlo ahora? -cuestiono admirando sus hermosos ojos cafés.

-Antes te amaba con mi vida, pero ahora, te amo con toda mi alma. -se acercó poniéndose de puntillas, sentí una extraña energía pasearse por mis labios cuando ambos estamos tan cerca, pero sin besarnos-. Te esperare una eternidad en el reino.

-Y yo te esperare todas las noches hasta el amanecer.

-Esta es nuestra última noche.

-¿Por qué? -pregunte dolido.

-Me tengo que ir.

-Nos veremos pronto Luna. -acaricio una última vez mi mejilla y partió.

Partió esta vez por la puerta de mi apartamento, llevándose consigo una parte de mi corazón, como la última vez, pero menos dolorosa. Su primera partida dejo un vacío en mi corazón y soledad en mi vida. Su segunda partida, trajo felicidad y esperanza a mi vida, y en ambas, se llevó un trozo de mi corazón.

La vi caminar por la acera tranquilamente y luego desaparecer sin más. Observe la estrella, más cercana a la luna y su fiel compañera. Sonreí e ingresé a mi hogar oscuro. Ya no temía a la oscuridad.

Fin.

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