Tan joven y con muchos problemas

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(Nacimiento)

11 de febrero del 2002, nace un niño común y corriente, pero no nace normal, era un bebé prematuro con un hueco en su corazón, mi madre lloraba al saber que en cualquier momento yo, su hijo podía perder la vida. Pasaron los meses y me hicieron muchos exámenes para saber que tenía, los doctores nunca supieron porque había nacido con un hueco en mi corazón.

Mi madre, muy preocupada, fue a una iglesia y me presento a un pastor, le pidió que orara por mí para que Dios me salvara de esta, después de eso pasaron unas cuantas semanas y el hueco en mi corazón se comenzó a cerrar de a poco, los doctores quedaron sorprendidos al ver esto, mi madre se había puesto feliz y solo decía una cosa.

-Es un milagro de Dios...

(4 años)

-Hijo, así no se hace-. Dijo mi padre cuando tratando de enseñarme a encestar la pelota de basquetbol.

-Aun soy muy pequeño, no alcanzo-. Me tire al suelo por el cansancio.

-Ya, levántate, solo debes aprender a tirar, no es necesario que llegues-. Encestó sin problema alguno mientras me miraba.

-Ñee, me rindo-. Me quede acostado en el suelo.

- ¿En serio te vas a rendir así de fácil?-. Me tiro la pelota al estómago.

-Pugh-. Recibí la pelota con el estómago y me levanté de golpe.

-Nunca debes rendirte, eso solo lo hacen los débiles-. Se acerco a mi-. Si te rindes no podrás con nada. La mayoría de gente fracasa porque no se dan cuenta de lo cerca que están del éxito cuando deciden rendirse-. Miro fijamente a mis ojos mientras daba sus consejos de vida.

-Mmm...-. Me aparte de él y tome la pelota-. No soy débil y en realidad no me he rendido, solo estaba tomando un descanso-. Infle mis cachetes.

-Demuéstralo-. Cruzo sus brazos.

Con la pelota en la mano, decidí encestar para demostrarle a mi padre que, si era capaz, mire el aro mientras tenía la pelota en frente de mí, pegue un pequeño salto y al mismo tiempo lance la pelota. La pelota entro al aro y cayó al suelo, en ese momento sonreí y salte de la felicidad que sentía.

-¡Yeei! ¡Lo logre! -. No paraba de saltar.

-Bien hecho hijo-. Me tomo en brazos y me abrazo-. Nunca debes rendirte.

-Nunca lo hare...

(7 años)

-Vamos, pégale, dale un golpe-. Gritaba la muchedumbre que nos rodeaba.

- ¡Dale! ¡Vergil! ¡Pégale!-. Me decía uno de mis amigos que se encontraba atrás de mi haciéndome barra.

-Ponte de pie, debilucho-. Dijo mientras yo trataba de pararme.

Me costó ponerme de pie, pero lo logre, en ese momento empuñe mis manos y estaba decidido a seguir peleando, el tipo sonrió y tiro unos golpes contra mí, yo los esquive sin saber cómo carajos lo hice. Al ver que estaba expuesto contraataque, dándole un fuerte golpe en el estómago, el tipo se puso de rodillas y me acerque a él.

-Ponte de pie, debilucho-. Lo mire fijamente.

-Desgraciado-. Se tocaba el estómago tras sentir un fuerte dolor.

Decidí terminar la pelea dándole una patada en la cien, cayó al suelo inconsciente y me retire, mis amigos me felicitaron por ganar la pelea, al mismo tiempo la inspectora llego y reviso al muchacho que estaba en el suelo, pregunto quién había hecho eso, todos los amigos del otro tipo me culparon a mí, así que me llevaron a inspectoría.

Vergil MillerWhere stories live. Discover now