desilusión

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Pasamos la mayor parte de nuestra existencia pretendiendo ser quienes no somos para agradar a otros, pasamos la vida pensando en que debemos cambiar nuestra manera de pensar o actuar por el simple hecho de querer encajar en la vida de las demás personas.


El ser humano piensa en recibir lo que da, cuando la mayor parte del tiempo no hay personas interesadas en dar, sino en solo recibir.

En ocasiones es mejor no esperar nada y ser sorprendidos por la vida, que esperar mucho y ser completamente decepcionados.

¿Por qué nos importa tanto la aprobación de la gente? ¿Por qué nos importa lo que piensen u opinen de nosotros?

Hay quienes dicen ser un tipo de persona, que dicen tener un temperamento y carácter definidos, que no titubean al decir las cosas que sienten.

Pero hay circunstancias en la vida que son inexplicables y que pueden llevar al ser humano por un laberinto de pasiones y emociones que lo puede transportar a un cambio de personalidad, a quedar petrificados y ser una persona inclusive irreconocible para ellos mismos.

Aquellos que dicen no tener miedo en ocasiones resultan ser los más asustadizos, aquellos que dicen que no les importa la gente son los que detestan la soledad.

Y se cae de nuevo por el primer párrafo del escrito, es aquí donde las personas deciden cambiar su forma de pensar y actuar para agradar a otros.

El ser humano debería aprender a quererse tal cual es, tal cual se ve en el espejo.

Incluirse a sí mismo en sus propios planes antes de incluir a otra persona, de querer ser mejor persona pero para consigo mismo, de crecer emocionalmente, esculpirse por sí solos.

Para no caer en la desilusión de la vida, en llantos innecesarios, en problemas banales.

A final de cuentas el ser humano debe intentar que su mejor proyecto en la vida sea la satisfacción personal y la obtención y culminación de los sueños y metas propuestas.

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