El Bucle

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Capítulo 1

Sentado en una banca ubicada dentro de la estación Dermatológico del tren ligero de Zapopan con correspondencia a periférico Sur, Norman Zapién esperaba divisar el próximo tren, ya había dejado pasar dos consecutivos solo por el hecho de estar sumergido entre la música y sus pensamientos, de pronto observó su reloj, un Casio dorado clásico, la pantalla marcaba las 11 menos 15, en ese momento se percató de la llegada de una mujer, calculó su edad, 28 años pensó, estaba acompañada por dos  pequeños, un niño y una niña, entre 3 y  5 años respectivamente, sujetaba uno en cada mano, supo que eran sus hijos ya que se dirigían a ella como mamá, se encontraban demasiado cerca de él, así que decidió esperar, en realidad no es que llevará mucha prisa, pero quería terminar el día lo más pronto posible. Esa  mañana había empezado igual que todas, cosa que no le sorprendía en lo absoluto, hace ya bastante tiempo que había perdido la esperanza de que algo cambiara, pese a el cansancio, su severa migraña y dolor de piernas, había iniciado el día con la mejor actitud posible, cuando a las 7:00 am el despertador cumplió con su función principal sacándole de su profundo sueño, solo espero a cobrar conciencia plena, estiró sus brazos, arqueó su espalda y se incorporó, Norman ya había decidido que ese día se presentaría  en lo que se suponía era su trabajo, desde el inicio de su actual condición había ido al almacén en varias ocasiones, no por gusto, si no por así creer lo conveniente, quería saber más sobre él, estaba dispuesto a sondear a cada persona que trabajara en ese lugar para intentar obtener respuestas, ya lo había hecho en muchas otras ocasiones aunque sin el éxito esperado, con solo 4 meses trabajando en ese lugar era de suponer que casi nadie supiera algo más de él aparte de su nombre, aun que hoy se sentía con algo de suerte y esperaba obtener un poco más, así que se disponía hacerlo de nuevo. Pero sus planes fueron frustrados por el mismo, cometió un error, olvidó prender el calentador antes de meterse a bañar y no se percato de ello hasta encontrarse desnudó dentro del baño con la llave abierta y el agua helada ya brotando de la regadera, aún así decidió tomar su ducha en esas condiciones.
—Mierda— Fue lo único que exclamó Norman al sentir las gotas, cual miles de agujas impactando contra su piel. Nunca le había gustado el agua helada en el baño, aunque por el contrario no le molestaba mojarse bajo la lluvia.
Terminó su martirio lo más pronto posible, regreso a su habitación aún escurriéndole el cabello de agua, la ventana se encontraba entreabierta como cada mañana, una brisa de aire se coló  por entre las cortinas, sintió un escalofrío cerró la ventana y se apresuró a vestir, advirtiéndose a si mismo que eso le costaría.
Afuera el sol no brillaba en lo absoluto, ese día no brillaría a ninguna hora, el cielo se mantendría nublado y a intervalos caería una fina llovizna, de ese tipo de lluvia que aparenta ser finas pelusas flotando, guiadas solo a voluntad del viento.
Los siete grados centígrados de sensación térmica, no ayudaron en lo más mínimo y para cuando Norman abandonó  su departamento su complejo de asma ya se había disparado, inhaló su salbutamol un par de veces pero se dio cuenta de que no sería suficiente para mitigar el estertor que sentía, así que guardó su medicamento y le dio una profunda calada al vapeador que siempre traía consigo.
El día estaba perdido, de antemano sabía que no quería pasar 6 horas en el hospital para recibir esas odiosas nebulozaciones, hizo un gesto negativo con la cabeza y cambio drásticamente de planes, se puso sus auriculares y se dirigió a tomar el camión, su destino final la estación menos concurrida del tren ligero. Por la hora sabía de manera monótona a quien se encontraría por el camino.
—Siempre las mismas calles, siempre los mismos gestos—Pensó.
Pasó por afuera de la tienda de doña Cuca.
—Buenos días—Dijo Norman de manera automática—Buenos días hijo—Respondió doña Cuca.
Siguió su camino, no sin antes cruzarse con las mismas 2 señoras hablando mal de una tercera que no se encontraba presente, pero que se decían ser amigas, también pasaron al lado de el la señora y el niño al que habían regresado del kínder por llegar tarde.
—Por tú culpa no llegamos a tiempo, pero hoy si te duermes temprano, si no ya verás la chinga que te pongo— Le gritaba la madre en un tono alto, cosa que a Norman siempre le molestaba en demasía, llego a la parada y espero el camión de la ruta 380 el mismo camión a esa hora, abordo detrás de una señora de avanzada edad; Doña Paty, en algunas ocasiones ya había platicado con ella, subió los tres escalones y pago con una moneda de diez pesos, recibió el cambio tras el mismo gesto desagradable del chofer, Norman no le dio importancia a eso, sabía que esa mañana tampoco había sido la mejor para el, tomo su cambio y sin comentario al respecto, se sentó en la parte posterior del camión, puso un Playlist en su iPhone cerró los ojos y se dirigió a su destino sin ninguna eventualidad.

Norman seguía sentado observando a los niños, le parecía curioso lo abrigados que se encontraban, aunque no era para menos el frío en verdad se sentía, los pequeños jugaban entre ellos mientras cantaban "Estrellita donde estas..." el sonido de sus voces agudas atravesaban sus auriculares, Norman fijo su atención en la niña, algo en ella le parecía familiar aunque no era esa niña en particular, siempre que veía a una pequeña de esa dad aproximada sentía una extraña sensación como una opresión dentro de su pecho.
—Si tan solo pudiera recordar algo—Pensó.
Siguió observándolos, bajo el volumen de su iPhone para escuchar un poco más claro, la voz de la pequeña sobresalía llenándole de una cálida quietud, Norman lo interpretó como una especie de paz, y se dijo a si mismo:
—Hermosa calma antes de la tormenta.
—El tren arribó puntual y abrió las puertas, Norman vio subir a los pequeños y a su madre a este, no sin antes sentir la mirada de la pequeña, el volteó de reojo y ella esbozó una tímida  sonrisa, el le correspondió, abordaron, el tren cerró sus puertas y se alejó.
Norman pensó regresar a ese lugar a la misma hora cualquier otro día.
—Sería lindo volver a verla.— Pensó
Sacó su vapeador y le dio una profunda calada, exhaló el vapor creando una densa nube que se desvaneció enseguida, el ataque de tos no se hizo esperar, mismo que  duró un par de minutos, para ese momento el respirar ya le demandaba todo un esfuerzo y el silbido en su pecho no hacía más que intensificarse, de pronto en sus auriculares empezó a reproducirse "Brezze in Monochrome Night" de Akira Yamaoka, una de sus favoritas, el piano le parecía sublime, así que sin dilación subió el volumen de su iPhone a tope para apreciar la música y silenciar el silbido en su pecho, dio un par de caladas más a su vapeador, exhaló y tosió, como si de un ciclo se tratara, al terminar la canción no se pudo resistir y la repitió, se paró al filo del andén y a lo lejos divisó el tren que se acercaba a toda velocidad, dio una calada más al vapeador cumpliéndose el ciclo una vez más. El tren estaba a punto de entrar en la estación, Norman se preparó apretó las manos y un segundo antes de que le rebasara saltó a las vías, fue una embestida de lleno, un golpe seco que retumbó en la estación y el cual le partió cráneo pero no perdió el conocimiento al instante, aún pudo sentir como las ruedas cercenaban su brazo derecho arrastrándole por  varios metros, para Norman fue una eternidad, aunque solo transcurrió menos de medio minuto, todo terminó cuando las ruedas volvieron a alcánzale, partiendo su cuerpo por la mitad, dejando un rastro de sangre y viceras por entre las vías, mientras el era devorado por una oscuridad absoluta.
Norman había muerto.

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