Imagínate no ser tú.

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Imagínate despertar un día.

El sol brilla, y el cielo, está tintado de ese tono azul celeste típico del verano.

Te diriges hacia el baño, te lavas la cara y te miras al espejo.

Ves ojeras, mirada cansada.

Te miras de nuevo, y esperas que ese día, por fin, sea el definitivo.

Imagínate que te palpas el cuerpo.
Sientes pecho donde esperas no tenerlo.
Tu ropa interior no se llena.
Sientes las mismas ganas de querer terminarlo todo, una vez más.

Imagínate la sensación.
Sentimientos horribles, que una vez más, se clavan en tu cuerpo como cuchillas.

Imagínate la ansiedad, la angustia, de saber que hoy, tampoco eres quien deberías ser.
Y que, por mucho que lo intententes, será otra persona la que salga a la calle en tu lugar.

Imagínate la primera lágrima que cruza tu cara.
La primera de muchas.

Las mismas ganas de querer terminarlo todo. Una vez más.

Ahora, imagínate una madre.
Una mujer anclada en el pasado.
Imagínatela gritándote. Clavando su mirada decepcionada en ti.
Porque no eres la hija que crió, porque no eres tú, porque esa hija parece no existir.

Y sabes, que esa hija no existe, y no puede existir, porque nunca lo hizo.

Le dices como te sientes. Le dices que no quieres ese cuerpo. Que te llamas de otra forma.
Que quieres ser libre.

Imagínate el dolor de la primera bofetada.

Un dolor interior tan grande que te hace querer terminarlo todo.
Una vez más.

Ahora imagínate que te obligan a llevar vestido. Y que te obligan a no ser tú.
Llevas días en casa, porque sabes que si sales, el peso de la sociedad caerá sobre ti, brutal, doloroso.

Entonces, un día, oyes acerca de un tratamiento hormonal.

Tienes que oirlo un par de veces más, para convencerte de que eso, cambiará las cosas. Te aferras a ello con todas tus fuerzas, como si fuera tu seguro de vida.

Imagínate, ser muy joven, y estar solo en el mundo.
Que tu madre no te quiera.
Que tus amigos no te quieran.
Que la sociedad no te quiera.
Porque eres tú mismo, y eso, al parecer, no gusta.

Y a pesar de todo, sigues intentando ser tú.

Imagínate, por última vez, a una persona.
Que se despierta un dia, con el cielo tintado de azul, propio del verano.
Que se dirige hacia el baño. Se lava la cara y se mira en el espejo.
Mismas ojeras, misma mirada cansada.

Pero imagínate, que esta vez, te miras y descubres, que hoy, ya no eres quien no quieres ser, hoy, por fin, eres tú.
Y lloras.
Porque eres libre.
Porque a pesar de todo, has luchado por ti, y eres libre.
A pesar de la sociedad, de tu madre, de tus amigos.
Eres libre.

Seria horrible ¿no?
Despertarte un día, y no ser tú.

Todo esto, no son imaginaciones, es la realidad.

Y duele.

No seas partícipe de la transfobia.

Nos mata.

Y eso, acabaría doliendo a todos.

Memorias de ninguna parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora