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La canción "Ji ji ji" del grupo "Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota", es considerada por muchos como un himno del rock argentino

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La canción "Ji ji ji" del grupo "Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota", es considerada por muchos como un himno del rock argentino. Sin embargo, esconde una espantosa historia.

La canción "Jijiji" trata sobre un caso de violación que hubo en Mar del Plata. Cuatro amigas de vacaciones, tres salen y una se queda, ya que estaba cansada, la cual fue violada y descuartizada. Una de las amigas se había olvidado algo en el departamento y fue, abrió la puerta y como estaba a mano, no encendió la luz, lo agarró y se fue. Al volver las 3 amigas del baile, encontraron a su amiga descuartizada, muerta con los ojos abiertos, y en la pared pintado con sangre "Jijiji, gracias por no prender la luz".

Nos pusimos a analizar la letra y descubrimos muchas cosas:

"El muy verdugo cena distinguido, una noche de cristal que se hace añicos. No lo soñé —¡Ieeeeeeeh!" El asesino cena como una persona más de la sociedad, una persona de la que nadie desconfía, un vecino más. La noche de amigas que iba a ser inolvidable se vino abajo, se derrumbó tras llegar al departamento. El asesino no lo soñó, ni premeditó, simplemente lo hizo. "¡No mires por favor! Y no prendas la luz... La imagen te desfiguró. Este film da una imagen exquisita. Esos chicos son como bombas pequeñitas".

Cuando las amigas vuelve al departamento a buscar lo que se le había olvidado, él en plena acción con el cadáver deseaba que no mirara, que no encendiera la luz. Cuando lo hicieron, al volver la imagen del cuerpo, las desfiguró. La imagen que vieron parecía de una película, un film de terror. Los violadores son bombas pequeñas, matan nada más a la persona que está a su lado y eligen, no a multitudes.

"Los ojos ciegos bien abiertos". Era la mujer violada y descuartizada, murió con los ojos abiertos, en un estado de rendición absoluta, entregándose a su destino, ojos abiertos que no miran.

 Era la mujer violada y descuartizada, murió con los ojos abiertos, en un estado de rendición absoluta, entregándose a su destino, ojos abiertos que no miran

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