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Después de aquel suceso, aquella chica no pudo descansar.

Se estaba volviendo loca, sin dudar. Aquel demonio no la dejaría sus ojos cerrar.

A ella le extrañaba, siempre a la misma hora se mostraba.

Cuando iba a trabajar, no se podía concentrar.

Parecía un alma en pena, que caminaba con cautela.

Su compañera le preguntó:

-¿Quieres que contigo me quede hoy?.

-¿Segura de lo que haces?- Ella respondió.

-Púes no, pero sería capaz de, a ti, acompañarte.

Y así fue.

Luego de trabajar, las dos se fueron al hogar.

En la noche, a Kasley las ventanas se le olvido cerrar.

Y al levantar la mirada, aquella sonrisa volvió a encontrar.

2:50am.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora