La joven chica se sentía temerosa, sin embargo, ya había tomado una decisión y no había marcha atrás. Su objetivo yacía a no más de dos metros de ella por lo que se apresuró a acortar la distancia impuesta entre el despistado chico y ella y soltando un inaudible suspiro se decidió a hablar:
—Hola, Ángel —el joven volteo en su dirección, pero al no ver a nadie, bajó la vista encontrándose así con un par de enormes ojos cafés que lo miraban fijamente. Al instante se sorprendió tanto que no pudo evitar pegar un brinco hacia atrás. La joven se apresuró a disculparse a lo que él respondió con una sonrisa. La chica, que había estado minimizando su ya diminuto tamaño se incorporo por completo y descubrió que aún tenía que elevar la vista para poder mirar a los ojos al chico que la hacía suspirar ¿Cuándo se había vuelto tan alto?
—Hum, yo —tomo una bocanada de aire, sentía los nervios comerla por dentro al saber que estaba a punto de decir aquello que la estuvo acosando todo el día —me preguntaba si podrías prestarme tu gorra.
Maldijo para sus adentros, lo había dicho mal e incluso había asustado al pobre chico, esa era una de las razones por las que no se atrevía a acercarse a él: siempre que lo intentaba terminaba echándolo todo a perder. Aun así, en ningún momento dejó de mirarlo a los ojos.
—Ah, claro.
Respondió esté esbozando una sonrisa y llevando su mano derecha hacía su cabeza se quitó el sombrero y lo colocó sobre la cabecilla frente a él.
—Gracias.
Respondió la chica al tiempo que esbozaba una muy amplia sonrisa rebosante de felicidad, sin embargo, en cuanto el joven sonriente comenzó a alejarse de ella el pánico la inundó pues al no entender aquel gesto del chico no sabía qué hacer con aquel objeto que descansaba sobre su cabeza. Casi sin notarlo sus pies comenzaron a moverse uno frente al otro avanzando hacia su amado y quitándose el sombrero estiró sus brazos para así poder acomodarlo sobre la cabeza del chico frente a ella.
—¡Tu sombrero!
Dijo dando media vuelta para alejarse a paso rápido sin mirar hacía atrás. A pesar de esto pudo sentir como el chico la miraba alejarse, a sabiendas de esto, una cálida sonrisa inundó el rostro de la chica por el resto del día.
¡Lo había hecho!
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Tu Sombrero
Short StorySolo hay un momento para hacer las cosas. La pregunta es: ¿Estás dispuesta a hacerlo?