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Intenta disimular mirando su móvil con una pequeña sonrisa, intentando que no se dibuje en sus labios, pero es inevitable.
Es algo en lo que debía pensar más tarde, porque se suponía que no debía estar sonriendo tanto.
Era culpa suya volver a verlo, lo admitía, esa misma mañana (como nunca en su vida) se había despertado con algo de pereza y su mente aletargada fue a revisar los estados de su chat, y se encontró con que Taemin preguntaba si alguien podía hacerle un enorme favor, y sus dedos, ni cortos ni perezosos, fueron a responderle que él podría ayudar.
Taemin había contestado con emoticones divertidos que demostraban lo sorprendido que estaba de que le hablara.
Obviamente, había pasado más de un año (quizá más) de que se habían distanciado, porque Minho había tomado esa decisión de poner toda la tierra posible entre ambos; esa decisión que Taemin desconocía.
—¡Ey! —Taemin se acerca sonriente, reluciente y resplandeciente como siempre, tan cálido como siempre cuando se acerca y le deja un sonoro beso en la mejilla sin importar que eso incomodara a la gente de la cafetería.
—Hola —responde intentando querer parecer poco emocionado, es sólo que esa sonrisilla de sus labios no desaparece.
Era incapaz de hacerla desaparecer.
—De todas las personas, no creí que tú me ayudarías, me sorprendiste esta mañana —Taemin es directo en lo que sonreía de costado (coqueto como siempre) y sujetaba esa tartaleta de fresas y clavaba su tenedor en ella, con sus pequeños y bonitos ojos almendrados y brillantes.
Minho ya no puede evitarlo, deja que su cara exprese lo que sea que estuviera sintiendo, porque seguía saboteándose (por lo visto) y haciendo cosas como esa, como pedirle el desayuno como si Taemin jamás cambiara de gustos, como si supiera lo que le haría sonreír más por las mañanas.
Era autosabotaje.
Se suponía que ya no le importaba.
—Es solo que puedo, y por casualidad revisé estados esta mañana —se excusa sintiéndose idiota, pero cubriendo su vergüenza detrás de su taza de café expreso.
—Algo que tú jamás haces.
Y tú sí. Respondió mentalmente.
Minho solía no utilizar mucho sus redes sociales, sólo un par de tonterías por aquí o allá, nada demasiado serio, mucho menos publicaba estados o las cosas que hacía. Nunca le interesó, pero quería creer que era un poco menos tonto y que había madurado al aceptar las cosas como eran, y aceptaba que dejó de utilizar sus redes sociales, casi por completo, cuando las cosas con Taemin empezaron a ser desastrosas (para él, no para Taemin).
Y podía contar con los dedos de sus manos, y le sobrarían los dedos, las veces que publicó algún estado en sus chats, y en todas esas ocasiones Taemin las había visto, todas. Aunque no le habló.
(Y no quería pensar que eran como un recordatorio de que él aún existía.)
—¿Y cómo has estado? —pregunta intentando que la conversación deje de hacerse personal tan de repente.
Había decidido no volver a verlo ni tener nada que ver con él, había decidido terminar con esa amistad; ahora se sentía estúpido por haber caído y por mérito propio.
—Extrañando los viejos tiempos —decía él lamiendo la crema de la tartaleta que había quedado manchada en sus labios, comiendo tan torpemente como siempre—; me puse nostálgico cuando me escribiste.