.:: CAPITULO X ::.

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     Ocasiones no faltaron para que Ana pudiera observar. Llegó un momento en que estando en compañía de los cuatro, pudo formar su propia opinión sobre aquel estado de cosas; pero era demasiado lista para darla a conocer al resto, sabiendo que no agradaría ni a la esposa ni al marido. A pesar de creer que Luisa era la preferida, no lograba imaginar (por lo que recordaba del carácter del capitán Wentworth) que pudiera estar enamorado de ninguna de las dos. Ellas parecían estarlo de él; pero, a decir verdad, no era el caso hablar de amor. Se trataba más bien de una apasionada admiración, que sin duda terminaría en enamoramiento. Carlos Hayter comprendía que casi no contaba, no obstante Enriqueta por momentos parecía dividir sus atenciones entre ambos. Ana hubiera deseado hacerles ver la verdad y prevenir a todos en contra de los males a los que se exponían, sin embargo no atribuía malas intenciones a ninguno. Y se sintió satisfecha al descubrir que el capitán Wentworth no parecía consciente del daño que ocasionaba. No había engreimiento ni compasión en sus modales. Es posible que nunca hubiera oído hablar o hubiera pensado en Carlos Hayter. Su único error consistía en aceptar (que no es otra la expresión que puede emplearse) las atenciones de las dos muchachas.

     Tras breve lucha, Carlos Hayter pareció abandonar el campo. Pasó tres días sin dejarse ver por Uppercross, lo que significaba un verdadero cambio. Hasta rehusó una formal invitación a cenar. Mr. Musgrove, en una ocasión, lo encontró muy ocupado con unos voluminosos libros, y consiguió que el señor y la señora Musgrove comentaran que algo le ocurría, y que si estudiaba de tal manera acabaría por morir. María creyó, aliviada, que había sido rechazado por Enriqueta, mientras su marido vivía pendiente de verlo aparecer al día siguiente. A Ana, por su parte, le parecía bastante sensata la actitud de Carlos Hayter.

     Una mañana, mientras Carlos Musgrove y el capitán Wentworth andaban juntos de cacería, y mientras las mujeres de la quinta estaban sentadas trabajando sosegadamente, recibieron la visita de las hermanas de la Casa Grande.

     Era una hermosa mañana de noviembre, y las señoritas Musgrove venían andando en medio de los terrenos sin otro propósito, según afirmaron, que dar un “largo' paseo. Suponían que, poniéndolo así, María no tendría deseos de acompañarlas. Pero ésta, ofendida de que no se la supusiera buena para las caminatas, respondió al instante:

-¡Oh!, me gustaría ir con ustedes; me gusta muchísimo caminar.

     Ana se convenció, por las miradas de las dos hermanas, que aquello era, ni más ni menos, lo que deseaban evitar, y se asombró una vez más de la creencia que surge de los hábitos familiares de que todo paso que damos debe ser comunicado y realizado en conjunto, a pesar de que no nos agrade o nos cree dificultades. Trató de disuadir a María de compartir el paseo de las hermanas, pero todo fue inútil. Y siendo así, pensó que lo mejor sería aceptar la invitación que las Musgrove le hacían también a ella, ya que por cierto era mucho más cordial. Con ella podría volverse su hermana y dejar a las Musgrove libres para cualquier plan que hubiesen trazado.

-¡No sé por qué suponen que no me gusta caminar! -exclamó María mientras subían la escalera-. Todos piensan que no soy buena para ello. Sin embargo no les hubiera agradado que rechazara su invitación. Cuando la gente viene expresamente a invitarnos, ¿cómo podemos rehusar?

     Justo al momento de partir, volvieron los caballeros. Habían llevado consigo-un cachorro que les había arruinado la diversión y a causa del cual regresaban a casa temprano. Su tiempo disponible y sus ánimos parecían convidarlos a este paseo, que aceptaron sin vacilar. Si Ana lo hubiese previsto, ciertamente se hubiera quedado en casa; la curiosidad y el interés eran lo único que la llevaba con gusto al paseo. Pero era demasiado tarde para echar pie atrás, y los seis se pusieron en marcha en la dirección que llevaban las señoritas Musgrove, quienes al parecer se consideraban encargadas de guiar la caminata.

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