Había llegado esa temporada tan importante. Temporada que cada ser humano con las hormonas alborotadas esperaba y anhelaba más que cualquier cosa. El verano era sinónimo de paz, de diversión, escaparse de la casa de vez en cuando. Lejos de toda la gente que cae pésimo, no hay nada mejor que eso. La llegada del verano para nosotros los alumnos, era exactamente lo mismo que la libertad.
–¿No piensas retractarte, cierto? Tenemos planes grandes para el verano, muy grandes. Llevamos mucho tiempo planeando todo lo que vamos a hacer–y claro, el verano era un tema que desde hace meses llevaba de boca en boca por estos pasillos. Hacer planes no era una opción, sino una obligación.
Violet no dejaba de hablar de lo que haríamos y no la culpo, ya que mi emoción se podía hasta oler. Estaba totalmente de acuerdo con seguir sus planes al pie de la letra sin chistar, por primera vez en la vida. Porque esa chica tenía una imaginación muy descabellada, pero cuando se trataba de diversión, era la primera en secundar sus raros pensamientos.
–No piensas irte para otra ciudad, ¿cierto? Me estarías arruinando el paraíso en el que estamos apunto de entrar–miré el reloj que tenía en mi muñeca izquierda y sonreí. Solo faltaban unos minutos para que sonara el timbre y abrieran los portones. Cerré la puerta de mi casillero y me recosté en ella para enfocarme más en la conversación.
–No, no voy para ningún lado, tristemente. Pero eso sí, sabes que estaré mudándome para tu casa. Necesito un respiro de la mía, esos ogros no me dejan vivir en paz–contesté. Sin embargo, en mi propio hogar no se sentía que fuesen vacaciones. Siempre habían peleas ridículas y cuando castigan a uno, castigan a todos. Así corría la política en la casa de los Carter. Cosa que para mí y mi cuerpo, que pide un bronceado, no es nada justo.
Miré a mi amiga suplicándole con la mirada. Conocí a Violet en un festival de música hace ya tres años, al cual estaba acompañando a uno de mis hermanos. La muy odiosa quería que nos corrieran del lugar solamente porque otro de mis hermanos, se coló en la fila para comprar nachos con queso. Ese día hizo un escándalo y estuvo lloriqueando en cada esquina. Resultó ser que ese mismo día su gato había muerto y estaba sensible. Terminó estudiando en nuestra misma preparatoria y no sé cómo, pero formamos una amistad. Una forma bastante incómoda de conocernos, pero funcionó.
–Mujer, te quejas tanto, al menos tienes hermanos–rodeé los ojos y preferí no contestarle. Piensan que porque son hijos únicos la vida es complicada y triste. La vida es complicada cuando te esconden el control remoto, no te dejan dormir en paz o no quieren compartir contigo el postre. Y eso que la lista es larga.
En ese momento el timbre sonó y Violet me agarró del brazo para salir corriendo hacia la puerta principal. Detrás de nosotras se escuchaba el bullicio, todos celebrando y brincando como animales. La sonrisa no cabía en mi rostro, no más gente insoportable por un buen tiempo. No más profesores hablando del día que sus parejas le fueron infieles. No más detención y que felicidad mi alma sentía en este momento.
Por fin estábamos a fuera y tremenda celebración que había. Algunos estaban llenos de pintura, otros tirándole huevos a los autos del personal y los demás solo charlaban unos minutos para luego despedirse.
–Te veo después, ya llegaron por mí–la miré realmente mal. No me gustaba para nada que me dejaran sola cuando no tenía a alguien quien conociera por los alrededores. No me dio tiempo ni de contestar cuando se fue riéndose por mi cara de atribulación, dejándome con brazos cruzados y parada en una esquina como una estúpida. Miré mi móvil varias veces para parecer que hacia algo interesante y que nadie se diese cuenta que mi vida no era tan aburrida como pensaban. Algunas personas que pasaban cerca me saludaban con la mano, mas bien despidiéndose y les respondía con el mismo gesto. La verdad que ni conocía a la mitad de todos ellos, pero lo mejor es no perder la cortesía. Total, no estuve tanto tiempo sola cuando un Carter se paró a mi lado y al poco tiempo, otro se posicionó a mi otro costado. Nos veíamos bastante ridículos mirando hacia la nada esperando por nuestro chófer del año, otro de mis hermanos.
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¿Quién dijo que ser adolescente era fácil?
Teen Fiction"¿Quién dijo que ser adolescente era fácil?" Esa es la pregunta diaria que vuela en los pensamientos de Nadine Carter. Una joven poco común, con unos diecisiete años recién cumplidos, histérica como nunca antes visto y acompañada de suerte fatal. Si...