Como si fuese ayer, aún recuerdo todo a la perfección; había transcurrido un escaso tiempo desde nuestro desastroso aniversario, al cual no pude asistir. En nuestros aniversarios, algo siempre salía mal, pero era como un mal necesario, porque disfrutábamos el momento al máximo, como aquella décima vez que celebramos esto, e hicimos una cena en un prado, donde teníamos de tejado las estrellas que nos admiraban y la luna con su ajustado cuarto creciente, vigilando a las que compartían su espacio de no intervenir en nuestra magistral e improvisada ceremonia. Luego de una hora de risas, de comer, de vernos y comernos con la mirada, cayó una gota en el centro de la mesa que nos separaba, en ese momento, ambos vimos el lugar del impacto, que había dejado su huella húmeda, luego nos miramos, y al instante se nos precipitó una lluvia torrencial; en menos de un minuto, quedamos tan empapados que parecíamos dos gotas más que acompañaban a las demás a regar el mundo. Era tan fuerte la tormenta que no nos podíamos escuchar a menos que nos gritáramos; me levanté enojado porque casi todo había sido perfecto, y tú me miraste, dándome a entender que ese detalle solo mejoraba el momento, y que la definición de perfección solo dependía de nosotros. El vestido rojo que llevabas, se ajustó más a tu piel caucásica, y los pétalos de la rosa que te había regalado para que lo colocaras en un extremo de tu vestido, se había decolorado, y a la vez, sus colores se habían fundido en ti.
-¿Me permites esta pieza? -te dije mientras te ofrecía mi mano con una sonrisa.
-¿No me pisaras? Sabes que estos tacones ya me están matando como para que le añada que mi esposo me volverá a pisar -contestaste con aquella burla característica de ti.
-Claro que te pisaré, es mi firma, nadie te pisará como yo -proclamé mientras te di un beso corto. -Además, quítate esos tacones, se ven perfectos, pero solo porque tú los hace ser de esa manera, sin ti, solo son hermosos.
Me sonreíste y aceptaste mi mano, te pusiste en pie. Nos alejamos del lugar donde cenábamos, coloqué mis manos en tu espalda baja, y tú rodeaste mi cuello con las tuyas, comenzamos a movernos al unísono, no nos hacía falta una pista ni un compás a seguir, solo bailamos, y aunque no pude cumplirte el hecho de pisarte, fue la primera y única vez que bailé perfectamente con alguien. Es uno de los muchos momentos que me diste, y que, en ocasiones como estas, los recuerdo para que me den fuerza de voluntad para la estupidez que estoy llevando a cabo.
Nuestro último aniversario fue el primero que no fue perfecto, pero todo fue por mi culpa. Aún recuerdo que, un mes después del mismo, llorabas porque básicamente te persuadí a que nos sometiéramos a un tratamiento experimental de amnesia temporal, un tratamiento con altos riesgos, ya que, básicamente, nos iban a electrocutar nuestros cerebros, y el resultado deseado sería uno de los muchos efectos que podían llegar a darse, y sé que no es fácil, por más que llevemos estos hermosos 39 años de relación, no hay confianza que abarque el poner en riesgo tu vida por la petición de tu amado sin saber la razón, pero una vez más me sorprendiste, porque aceptaste justo cuando te dije que no quería enraizar lazos más fuertes contigo.
Al despertar en la cama de aquel laboratorio, pensé que no había funcionado el tratamiento, me sentía algo atontado, pero recordaba todo perfectamente. Me levanté y me acerqué a tu cama, vi que aún dormías, te veías igual de hermosa como siempre. Te miré y posé mi mano en tu mejilla, y al instante que te toqué, despertaste, y asustada golpeaste mi mano.
-¡¿Quién eres? ¿Qué haces?! -la furia irradiaba de ti.
Por alguna extraña razón, si funcionó en ti. Luego de que llamaste al enfermero y me echaste de la habitación, me quedé esperando los análisis en la sala de esperas.
A escasas horas, salió una especie de doctor con tus resultados.
-Tiene recuerdos parciales, ciertas lagunas, pero no recuerda absolutamente nada de entre ustedes. Se le hará algo difícil continuar con su vida, pero poco a poco irá tomando confianza, sin embargo, no puedo asegurar de que pueda volver a recordar lo que llevaban.
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HISTORIAS PERDIDAS ENTRE RECUERDOS
Short StoryRecordar es vivir, pero ¿que sucede si no recuerdas lo mejor que has vivido? Esta corta historia es un hecho real. Un legado y promesa. Una situación que lo compromete a tomar una decisión, en la cual, no existía opción correcta. ¿Qué estarías di...