Capítulo 12: Un camino y peligrosos aceptados

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—¡Au...! ¡Au...! ¡Ay! ¡Ay-yayay! ¡Eso arde! —se queja Erik.

—¡Ay! Joven Erik. Quédate quieto. Así no podré curar tus heridas.

—¡Es que me arde, señora Kusuri!

Erik se encuentra sentado en una silla dentro de una casa cerca de donde vive; Lia, Haybes y Abi lo acompañan también, mientras la anciana llamada Kusuri le limpiaba, le curaba y le vendaba todas sus heridas.

—¡Eh! ¿Que te pasó esta vez, joven Erik? Parece que te dieron una golpiza una manada de esbirros. ¿Te quedaste afuera muy tarde en la noche?

Erik se queda mirando a la nada y comienza a recordar muy rápidamente todas las peleas con los esbirros, los golpes y las azotadas que le daban (Para que quede más interesante la escena, solo imagine todo esto con la canción "Can Can de Offenbach" de fondo).

—Heee... ¡Jejeje! —risa nerviosa de Erik—... solo unos cuantos. No fue la gran cosa ¡Jejeje!

—Muchas gracias, señora Kusuri por su ayuda —dice Lia—. Disculpe molestarla tan temprano.

—¡Ay! No es ninguna molestia, mi niña. Erik sigue siendo muy descuidado y atrevido, aunque hayan pasados los años. No por nada, a nadie le caes bien en este vecindario, ¿no, joven Erik?

—No le caigo bien a nadie en este vecindario por culpa de Lia —responde en su mente con rabia—. Todo porque siempre terminaba dando la cara he encubriendo todas las jugarretas que hacía ella cuando éramos niños. Mientras yo quedaba como un delincuente juvenil, ella quedaba como el ángel de este vecindario. ¡Cuando en verdad era un pequeño demonio!

—¡Ahh! Erik, desde pequeño siempre fuiste un delincuente juvenil —dice la señora Kusuri—. Tenía algo de fe en ti en que cambiarias completamente cuando fueras joven. Pero, parece que no has cambiado mucho. ¡Sigues igual! ¡Jajaja!

—Ggrrhh —expresa él mientras quitaba su mirada de ella—.

—Tu Lia, sigues siendo toda una belleza. Me encanta siempre las energías que tienes y como tratabas de ayudar a este descarriado —Erik se comienza a enojar más—. Eres uno de los orgullos de este vecindario.

—¡Aww, señora Kusuri! —Lia la abraza— eres muy tierna.

—En cuento a la pequeña Abi —la mira y... Se sonroja—. ¡También eres toda una belleza! —la abraza muy fuerte— me encanta que estés aquí de visita, mi niña hermosa. Parece que lo único bueno que tiene tu hermano es que te cuida mucho.

—Pero, mi hermano también tiene un montón cosas buenas.

—Gracias hermanita —piensa Erik a punto de llorar—. Tú no pierdes la fe en mí.

—Y tú, joven Haybes. . . . Nunca te conocí muy bien. Ni siquiera eres de este vecindario. Pero me pareces un buen chico.

—Gracias, señora —responde Haybes—.

—¡Pss! Erik... —lo llama Lia susurrándole.

—¿Mmm? —él un poco molesto se le acerca.

—¿Es por esta razón que no te gusta venir donde la señora Kusuri? ¿Por qué te trata como un caso perdido?

—¡No! —responde susurrándole— Eso es lo de menos.

—Entonces, ¿por qué?

—Eh... Pues... Traumas de pequeño con el señor Kusuri.

—¿Mmm? Pero él, simplemente era un médico muy bueno.

—Por eso... Es que —se avergüenza—... No me gustan los médicos.

Vol.2  Mask: Nada es lo que pareceWhere stories live. Discover now