No quiero que te vayas, no quiero que me dejes.

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A pesar de lo que dije anteriormente;
No quiero que te vayas, no quiero que me dejes.
Tengo tres días delirando, en la perdición de si he dicho las cosas correctas o si lo he vuelto a arruinar como las últimas 99 veces.
Y es que tengo miedo. Me aterra abrir la boca y que no salgan las palabras que tú quieres oír, como de costumbre.

Si, "de costumbre".
Esa costumbre nuestra de yo ser, y tú esperar, y viceversa.
No puedo ser quien quieres que sea, y aún así me juras que me amas por mi forma de ser... me confundo; ¿me estás mintiendo?

Y la inmensidad que construyes para separarnos, y que yo no lucho por derribar. ¿Será mi culpa, o la tuya? Creo que es de ambos, después de todo somos un par.

Pero yo no quiero que te vayas, no quiero que me dejes.
Sin ti me reduzco a polvo.
Soy polvo habitando entre polvo, no puedo moverme por mi sola y me acúmulo en todos lados, con tu ausencia adhiriéndose a mis partículas. Y solo vuelo cuando tú vienes y me sacudes con tus disculpas y tus te amos.

Me asfixian las palabras que tengo que decir y no puedo contener, no más. En lugar de combatirlas-como llevo haciéndolo los últimos tres días-, las escupo.
Vuelvo a fallar. Está ya es la vez número 100. Y que siga la cuenta...

Antología de todo lo que sentí. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora