Capítulo #1

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—Hola... ¿Hay alguien?— Dije mientras abría los ojos con dificultad debido al resplandor. Cuando pude levantarme y analizar mejor el ambiente en donde me encontraba, noté que estaba todo blanco. No recordaba muy bien qué había pasado y cómo había llegado a este sitio tan extraño en donde no se podía ver absolutamente nada más que blanco. Pensé que era el "Más allá" como lo llama la gente, pero pensar en eso hizo que me riera, pues solo eran cuentos para imaginar un mundo mejor después de la muerte. Luego de un tiempo y de no encontrar ninguna salida, me preocupé. Quería salir de este sitio lo más rápido posible; ver tanto blanco hacía que mis ojos se cansaran y el mantenerlos abiertos fuera extremadamente difícil. Había perdido la noción del tiempo y no sabía cuánto tiempo había pasado desde que me desperté. Ya cuando me era imposible mantener los ojos abiertos, los cerré y un sentimiento de sueño hizo que cayera dormido.

Cuando desperté me hallaba en una habitación. No sabía muy bien donde me encontraba, pero inmediatamente noté que se trataba de una habitación de algún adolescente, que tenía una enorme pasión por las bandas de rock y dibujos japoneses, pues los pósters hablaban por sí solos. Inmediatamente analicé el lugar y vi que estaba en una especie de apartamento en algún piso alto, ya que las vistas eran elevadas. Me dirigí al baño para lavarme la cara y así quitarme el sueño. Cuando miré el espejo que estaba encima del lavamanos ví que no era mi rostro, sino el de otra persona mucho más joven.

No podía comprender lo que estaba pasando. Mi rostro de 30 años había desaparecido y se había transformado en algún joven de probablemente 15-16 años de edad con un peinado alocado, la cara llena de espinas y un pijama de Dragon Ball. Después de pensar un momento sobre lo que estaba pasando, creí que se trataba de un sueño, así que decidí golpearme para ver si así me despertaba, sin embargo al golpearme lo único que sentí fue un inmenso dolor en mi estómago (Como recomendación nunca se den tan duro cuando crean que algo es un sueño). No podía creerlo, no se trataba de un sueño. Mi cara se puso pálida o por lo menos la cara de este chico; no podía imaginar como pasé de ser un padre de familia con barba y una cara muy arrugada a un adolescente con la cara llena de espinillas. Decidí calmarme y sentarme en la cama. Ahí fue cuando un montón de preguntas llegaron a mi cabeza.

—¿Qué lugar es este? ¿ cómo llegué aquí? ¿Quién es este muchacho? ¿ por qué estoy en su cuerpo? ¿¡Dónde está mi familia... MI FAMILIA?!— Me di cuenta que no sabía dónde estaba mi familia. —¿Dónde está Cinthia? ¿Dónde está Lucas? ¿Dónde está mi hermosa esposa?—.

Me dispuse a investigar en dónde estaba. Me fijé mejor por la ventana que estaba cerca de algún parque que me era muy familiar. Decidí bajar y preguntar a las persona para poderme ubicar y así encontrar a mi familia.

Cuando bajé pude notar que todo se me hacía familiar. Vi aquella panadería a la que iba con mi familia todos los fines de semana, aquella tienda de videojuegos en donde Lucas siempre se la pasaba pidiendo que fuéramos. Me di cuenta que, en verdad, no estaba muy lejos de casa. Mi cara no pudo evitar sonreír; al fin podía ver a mi familia. Corrí lo más rápido que pude hasta alcanzar un taxi que pudiera llevarme a casa, pero recordé que no tenía dinero y que apenas asimilaba que este no era mi cuerpo, por lo que decidí ir al parque, respirar un poco y pensar mejor las cosas.

Luego de calmarme y respirar un poco pregunté a una chica que iba paseando a su perro con una música bastante alta, —disculpe, ¿en cuál parque me encuentro?—, a lo que ella respondió que era el parque Mirador del Sur. También le pregunté que si conocía la calle 14 de febrero y dijo que era bastante cerca, que solo debía atravesar el parque por completo y cruzar dos esquinas hacía la derecha para poder llegar hasta allí. Mi cara de emoción fue evidente, así que le agradecí y me dispuse a cruzar el parque. Durante el trayecto trataba de pensar cómo sería una vez que volviera a reunirme con mi familia; ellos no sabrían que soy Rafael, pues de seguro pensarían que soy un chico cubierto de espinillas y que aún seguía en pijama. Pensar en eso hizo que me preocupara, entonces decidí detenerme y cerrar los ojos para así aliviar un poco el estrés. Un extraño dolor de cabeza comenzó a darme, una voz estaba en mi cabeza. No entendía lo que decía solo sabía que estaba en mí cabeza y que era molesto. Esto hizo que me mortificara tanto y que gritara — ¡Detente!—. Las personas que caminaban cerca de mí comenzaron a mirarme extraño, como si fuera un loco (no los culpo puesto que ver a un chico en pijamas gritando en medio del parque no es muy normal que digamos); pero al menos la voz que estaba en mi cabeza había parado y ya el dolor había cesado.

Cuando crucé el parque por completo me dispuse a girar a la derecha para así cruzar las dos esquinas. Esta vez había decidido no pensar mucho. No quería que otra racha de preguntas pesimistas me atacara, sin embargo, era imposible dejar de pensar sobre una cosa: ¿Cómo iba a reaccionar mi familia cuando le dijera que era Rafael? Estaba claro que me mirarían raro y que también me tacharían de loco. Soy solo un joven de 15 años. No soy aquel adulto de 30 años que tenía una familia y que gozaba de un trabajo excelente; sin embargo, esto no hizo que me detuviera puesto que no había otra cosa que hacer, solo quería ver a mi familia. No importaba si me reconocían o no; igual si me tildaban de loco.

Cuando crucé las dos esquinas pude ver mi casa. Eran tantas mis ansias que corrí lo más rápido que pude para llegar a ella. Ahí estaba... Mi casa de color verde claro con un enorme jardín lleno de flores que había sembrado mi esposa. Cuando me dirigí a la entrada, la extraña voz volvió, y esta vez era más clara y fuerte. Me aparté de la entrada y me dirigí a un bar que quedaba muy cerca de mi casa. Entré al baño y comencé a gritar como loco. La voz que estaba en mi cabeza hacía que esta me doliera inmensamente, y la confusión por saber quién era y qué hacía en mi cabeza, lo empeoraba. Hasta que de tantos gritos y gemidos de dolor pude escuchar claramente su voz. Decía —¿Qué haces en mi cuerpo? ¿Quién eres? —.

Inmediatamente, luego de entender lo que decía la voz, pude comprender que no solo yo estaba en este cuerpo, sino que el alma de este adolescente aún seguía en él, y que había estado conmigo todo este tiempo.

ReencarnaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora