"Prólogo"

12 0 0
                                    

1 año atrás...

Cailin y Alex regresaban después de una noche divertida, no era la primera vez que ambos salían de fiesta, pero las cosas no parecían ir con normalidad, los árboles se mecían descontroladamente y una gran tormenta amenazaba con caer, era tiempo de lluvias por lo que no era sumamente extraño, sin embargo; ella sabía que había algo, como si fuera tan obvio y su cuerpo tratara de decírselo a gritos, algo incluso más fuerte que la tormenta y que amenazaba con lanzarse sobre ellos.

Cailin esperaba con paciencia a que Alex terminara de despedirse de sus amigos mientras observaba la fuerte tempestad que se avecinaba. Se estremeció una vez más y se abrazó a sí misma para brindarse un poco de calor.

—¿Está todo bien? — preguntó Alex sobándole la cabeza, era un gesto que solía hacer con tanta frecuencia que ella había logrado acostumbrarse a él, pero que secretamente le encantaba.

Habían sido amigos desde pequeños, pero con el tiempo un sentimiento casi inevitable había surgido en ambos chicos, un sentimiento más fuerte que una hermandad, había confianza, ninguno podía ocultarle o negarle nada al otro, lealtad, respeto, honestidad, y existía ese sentimiento que ninguno de los dos estaba dispuesto a admitir, algo mucho más fuerte que un simple cariño de amigos... había amor.

—¡Rayos Alex mamá me va a matar! —dijo Cailin en cuanto confirmó la hora en su reloj de mano, caminaban hacia la vieja camioneta doble-cabina blanca de Alex, pasaba de las 12:30 a.m. y aún les quedaba por recorrer un largo camino hasta sus casas.

—¿Quieres que le llame? — preguntó él sintiéndose culpable, pues si había sido idea suya el llevarla de fiesta tenía que asumir la responsabilidad de llevarla al toque de queda a tiempo, el cual había expirado media hora antes.

—No, será mejor que nos vallamos, si la llamo solo aumentará su enojo.

—O tal vez si le decimos que tuvimos un contratiempo entenderá y no estará preocupada pensando que nos pasó algo—propuso él, y mirando el cielo agregó— será mejor que nos vayamos ya.

.......................................................

Alex conducía con mucho cuidado por la estrecha carretera rodeada de bosque, el camino estaba demasiado solitario para su gusto, Cailin no paraba de divisar por la ventanilla hacia los lados, aquella situación simplemente le aterrorizaba, más que nunca deseaba estar en la tranquilidad de su habitación, pero sin duda lo que más necesitaba era la seguridad que ésta le brindaba.

—¿Estás bien Cail? — preguntó Alex, a pesar de saber la respuesta, él solo buscaba sacarla de ese nerviosismo que parecía apoderarse cada vez más fuerte de ella.

—Tengo miedo— reconoció ella, no era de las personas que se guardan sus sentimientos para sí mimas, pero tampoco le gustaba exponerlas en público, sobre todo si era una debilidad, pero estando con Alex todo era diferente, no tenía que decir siquiera lo que pensaba porque él siempre lo sabía.

—Oye, ¿recuerdas la vez que nos escapamos de casa cuando teníamos diez años?

Cailin retrocedió siete años atrás, simplemente le resultaba imposible olvidar ese día, su madre la señora Harper le había castigado sin salir de casa por más de una semana y por supuesto eso implicaba no ver a su amigo.

Sonrío ante el simple recuerdo.

—Sí ¿Qué pasa con ese día?

—Pues que cuando estabas colgando de mi brazo a punto de caer en el agujero te prometí que no te soltaría— la miró y no pudo evitar que una sonrisa surcara su perfecto rostro— Cailin ¿Sabes por qué lo hice?

Sweet NightWhere stories live. Discover now