LA LEYENDA DEL PRÍNCIPE SALVAJE (LawSan)

AL OTRO LADO DEL AGUA

La leyenda del príncipe salvaje
Capítulo 1

Al otro lado del agua

A todas esas personas que son sumamente importantes para mí

Susu

“La fantasía no es una forma
de evadirse de la realidad,
sino un modo más agradable de
acercarse a ella”.

(Michael Ende)

I

Pese a la lluvia de ese día y el recuerdo de los puñetazos de sus compañeros de clase; se vio obligado a ir a la escuela. Porque por ningún motivo podía oponerse al mandato de su padre, por lo que esa mañana de junio salió de su habitación, se puso el uniforme que le correspondía y corrió por el camino que le quedaba más cerca. Saludo a uno de sus viejos vecinos que, ya era bastante común verlo sentado frente su casa con su perro en las piernas. Más bien, se trataba de un hombrecillo calvo con anteojos; y el cachorro, tan peludo que los mismos mechones le cubrían los ojos.

Y, una vez paso del otro lado de la avenida en que nadie podría verlo, extendió sus manos a sus costados e imito que volaba como un pajarito.

El muchacho un poco torpe en las acciones y comportamientos tomó el papel que le correspondía su edad y se dejó llevar por la magia que le entregaba el viento y la sombra de las flores de los árboles. Dio varias vueltas alrededor de la arboleda que no bastaba en verse magnifica por los precisos rayos del sol de aquella mañana, inclusive termino por contemplar el azul magnifico del cielo, como un par de mariposas que recorrían el jardín en círculos, del cual sobresalían los pétalos suaves de las margaritas. Un ave canto sobre las ramas torcidas de un roble, se diría que se mantuvo por unos segundos encima y luego de un tiempo se echó a volar. Después de un rato escucho varías voces que le llamaban. Tal vez se trataban de bandidos. Sí; eso era. Aseguro el niño convencido.

Se agachó con rapidez para que no lo vieran y cogió su espada del rayo que yacía en el suelo. La levanto con dificultad por el poder que poseía al ser tan rara y desplegó una chispa sorprendente del guardamano de oro. Los brazos le temblaron como cuerdas de un barco en una tormenta y saltó de su escondite. En cuanto estaba afuera se encontró con una horrible bestia de cuatro cabezas. Esta sucumbió ante la poderosa ráfaga que desprendió la hoja creada en el universo de los portales.

El muchacho había fallado en su predicción que le causo un terrible golpe que lo derribo hasta los pasajes desconocidos del páramo.

Entonces, la espada del guerrero se transformo en un arco con flechas en llamas. Primero la preparo correctamente cerca de su pecho para darle al ser mítico en su punto ciego y posteriormente tranquilizo su respiración para cumplir con su ataque. Cerro lo ojos, el corazón le latió salvajemente como un pajarillo enjaulado y libero la daga más poderosa que tenía resguardada desde hace ya muchísimos años atrás. Pero al despertar la oscuridad profunda que tragaba almas de los hombres, las alas de fuego se extendieron hacia los arboles y la calamidad de la noche lleno el cielo de infinitas estrellas.

—¡Ríndete de una vez! ¡Tú nunca podrás vencerme! —expreso el guardián del laberinto de las tierras de la isla Gavá de mar.

—Lo sé, pero si me doy por vencido ahora, jamás obtendré la libertad de mi pueblo.

Ahí, en el gran templo de las diosas místicas, no sólo fueron testigos los animales, ninfas, faunos y las estrellas; también los contemplaron las flores, los árboles, los extensos valles y las hermosas hadas. Tanto como el canto de una flauta sonó y lleno de furor en lo alto de los cielos y las profundidades de la tierra.