Siento que si sigo reteniendo todo esto voy a explotar. Tus gestos me derriten, quiero estrujarte en mis brazos, sin soltarte por compromiso, sin importar si tardo, sin temer de sospechas.
Ámame, ámame, ámame.
Los pensamientos del castaño escribían párrafos mientras observaba la pizarra del salón. Ese día sólo quería pensar en Sakata.
¿Cuántos minutos faltarían para verlo?
¿Qué pasaría cuándo lo viera?
Explotaba de amor, retenerse a decirle lo mucho que lo quería hacía que su pecho doliera. Retener la euforia al mínimo buen momento era sofocante, y no poder actuar según su corazón lo mataba por dentro.
No estaba obsesionado, estaba enfermamente enamorado.
Urata siempre pensó que referirse a un sentimiento por amar era algo fuerte, sin embargo pensó que aquel ojirubí lo valía.
¿Podría tomar su corazón?
La inseguridad carcomía sus adentros. A veces era inevitable. A veces dudabamos hasta de lo asegurado.
[...💚...]
—Entonces había una chica acosando a Soraru-san— contaba el albino—. Así que ahora me considera su rival— dió un sorbo a su jugo de manzana, mientras sus amigos lo escuchaban atento.
—Que fastidio— opinó Urata—. Es mejor si la persona que amas no es popular…
—Acaban de decir que no eres popular, Sakata— rió el pelimorado.
—¡Cállate, estúpido!— gritaron ambos al unísono. Todos los observaron.
—Obvios— el azabache hizo su aparición.
—¿A qué sí?— sonrió el albino pícaro.
Esmeraldas y rubíes chocaron, salpicando rojizas manchas en sus cachetes, iluminandose y aturdiendose mutuamente.
El pelirrojo sonrió. Algo en Urata decía que no desviara la mirada. Se volvió un poco fuerte.Y tomando una cantidad indefinida de valor, sonrió encantadoramente, apropósito.
Puedes acercarte
Esa es su señal, no hay truco. Estaba tan deseoso de que le viera, pero tampoco sabía bien como mostrarse.
Sakata se cubrió el rostro con una manga de su suéter, volteó la mirada, pero no tenía mucho caso, hasta sus orejas estaban coloradas.
—Estás rojo— evidenció Senra.
—Es el sol— explicó, sin tomar en cuenta la zona techada.
El de menor altura quedó satisfecho, por ver esa timidez sólo típica de él, ahora reinando en Sakata.
El timbre sonó, Urata debía volver a clases.
—Bien, si me disculpan— se debatió, tal vez hoy debería actuar un poco más—. Hmm...Sakata.
—¿Qué sucede?— sintió unos torpes brazos rodeando su cabeza, tomándolo por sorpresa. El ojiverde se apoyó en la banca que compartía con el pelirrojo, estirado, se animó a abrazarlo con ternura.
—No quiero ir a matemáticas…— susurró.
—Está bien, yo te acompaño— hay días dónde no esperamos más o menos iniciativa. Siempre podemos sorprendernos.
Al intentar bajar su rodilla, resbaló, y el pelirrojo le sostuvo con fuerza.
—Uhh~— los silbidos resonaron en la mesa. Sakata era un río de nervios.
—G-gracias…
[…]
Los dos chicos estaban caminando.
Había un tipo de tensión, se sentía bien, de verdad, se sentía muy bien.Al llegar a su destino se despidieron tímidos. Urata se posicionó en su mesa, eufórico, emocionado.
Un día con más iniciativa, un día con más iniciativa era un paso.
Había que disfrutar el proceso. No debía que desesperarse.
[...💚...]
¡Hola, hola!
Gracias por todo 💓
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