いちご.

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Jungkook no era amante de los frutos rojos, más que dulces para él eran ácidos y amargos. Tanto en postres, como en mermeladas, helados y bebidas alcohólicas. Su lengua odiaba esos sabores en su superficie bucal, preferiría escupirlos antes de digerirlos y que le dejase un mal sentimiento en la boca del estómago.

Entre las tantas frutas rosáceas su gran enemiga era la fresa; sí, aquella que todos consideran como su favorita. Su odio hacía esta roja fruta dulce comenzó desde su infancia. Más de un odio, le tenía fobia.

En el jardín de niños fue donde comenzó su odio hacia estos frutos rojos.

En este jardín, Jungkook era muy popular entre los pequeños por su lindos dientes de conejo además de ser muy amable y de compartir sus juguetes con todos los infantes, era inocente y muy lindo para las demás niñas, cosa que molestaba a otros pequeños.

Unos tres niños dos años mayor que él se encargaban de molestarlo y hacerlo enojar haciendo comentarios ofensivos para el pequeño niño con ojos de bambi. Este trataba de calmarse e intentaba ignorarlos, a pesar de su corta edad sabía controlar las cosas; era maduro.

Un día en uno de los salones, Jeon se encontraba jugando tranquilamente solo con uno de los llamativos juguetes, un carro con una pista gigante a control remoto. Tan distraído estaba que no se dio cuenta cuando los tres niños entraron para molestarlo de nuevo.

Uno, podría decirse que el jefe de ese pequeño grupo, lo empujó haciendo que Jungkook cayera encima de la pista y que se destrozaran algunos de los pedazos de esta misma. Unos pedacitos filosos se incrustaron en las manitos del pequeño con dientes de conejo provocando que este se le escaparan algunas lágrimas.

Prosiguiendo con su plan, cerca de una mesita se encontraban unas frescas fresas que anteriormente Jungkook estaba comiendo. Uno de los tres niños las tomo en sus manos y con fuerza las apretó entre sus dedos y las arrojó a la cara del pequeño que se encontraba todavía en el piso sin ideas de como tratar de escaparse. Unas gotas de la fruta cayeron en los ojos de Jungkook haciendo que le ardiera un poco y empezara a llorar escandalosamente. Para callarlo, los niños arrojaron las demás fresas a su boca y se fueron del salón.

Jungkook se quedo tratando de escupir aquellas fresas que habían echo que se ahogase un poco, y con un ardor en sus grandes y lindos ojos.

Desde aquel día odia ese mal sabor que dejo esa fruta roja en su boca y prometió no volver a comerla nunca más.

Pero había una excepción en su vida.

Los labios de Park Jimin.

Aunque nunca los haya probado juraría que saben a fresas, y a pesar de eso nunca dejaría de besarlo si algún día tiene la oportunidad.

Park era su mejor amigo, uno con el que siempre estuvo y siempre contó y por el cuál desde hace tiempo sentía sentimientos distintos cuando Jimin se acercaba a él. Lograba ponerlo nervioso y podía seducirlo sin que el de labios rosas supiera.

Siempre que salía con Jimin a una "cita", este se colocaba un labial de fresas transparente que hacía resaltar mas esa zona de su rostro. Sus labios eran tan abultados, tan apetecibles para cualquiera, ¿quien no querría probar esos dulces labios? Jungkook quería.

Sin importar que sepan a fresas, sin importar que odie ese sabor, él quería probar, morder, saborear cada pequeño espacio de su boca.

Allí estaba él mordiendose sutilmente su labio inferior a la vez que jugaba con sus dedos mientras esperaba a Jimin para salir a comer. El de mas pequeña estatura se encontraba enfrente del espejo, dando sus últimos retoques a la comisura de sus labios con el famoso labial que Jungkook deseaba probar cada noche, cada día, cada momento que lo veía sobre sus pequeños labios carnosos.

fresafobia ; »Kookmin«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora