"𝑆𝑜𝑛𝑎𝑟𝑜𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑐𝑎𝑚𝑝𝑎𝑛𝑎𝑠, 𝑛𝑜 𝑠𝑒 𝑠𝑖 𝑎𝑛𝑢𝑛𝑐𝑖𝑎𝑏𝑎𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑖𝑛𝑣𝑎𝑠𝑖𝑜́𝑛 𝑜 𝑢𝑛𝑎 𝑟𝑒𝑛𝑑𝑖𝑐𝑖𝑜́𝑛, 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑠𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑙 𝑠𝑖𝑙𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑐𝑟𝑒𝑜́ 𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑒𝑙𝑙𝑎𝑠 𝑚𝑒 𝑎𝑏𝑟𝑢𝑚𝑜́, 𝑡𝑎𝑛𝑡𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑠𝑢𝑝𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝘩𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑑𝑒𝑠𝑝𝑢𝑒́𝑠."-𝑠𝑖𝑛𝑛𝑒𝑟
—Ave Maria Purísima.
—Sin pecado concebida.—recita el cura a través de la rendija del confesionario. La poca luz que entra crea un ambiente lúgubre y el olor a madera vieja pone a punto el nivel de la situación.
—Perdóname, Padre, porque he pecado.—la voz ronca de Shawn se cuela por los pequeños huecos llegando a los oídos del cura. Un pesado suspiro se escapa de su garganta y continúa.—No merezco esta vida, he hecho cosas inimaginables he causado mucho dolor a gente a la que amaba. No merezco sentarme a oír la misa como los demás. —sus palabras llevan una pesadez enorme, se nota el arrepentimiento en su voz y casi le es imposible respirar.
—Escúchame, hijo mío. Ninguno de nosotros somos dignos de la Palabra De Dios, somos meros siervos que cumplimos órdenes. —la sabia voz del cura reconforta al hombre de pelo rizado.— Lo único que podemos hacer es rezarle a Dios para que nos perdones por los actos que hemos cometido. Nadie es perfecto, somos humanos y cometemos errores, pero para eso está Dios, para que nos guíe en el camino que llamamos vida.—el cura calla, dejando unos segundos para que Shawn reflexione. —Ve y reza a la Virgen para que te perdone y te ampare.
—Gracias, Padre.—dice el ruloso para salir del confesionario y dirigirse a los bancos finales. Allí, en medio del ensordecedor silencio, se hinca de rodillas en lo acolchado y pide a la Madre del Señor. Sus ojos se mantienen cerrados y sus manos cruzadas, mientras reflexiona en las cosas que ha hecho mal en su vida. Se martiriza por todo aquello que en su día le pareció bien. Lo vicios en los que se arruinó. Sin embargo, la voz de una hermana De la Iglesia lo despegan de su tortura continua.
—Padre, me gustaría hablar con usted en privado, solo será un momento.— aquello llama la atención de Shawn y aún sabiendo que estaba mal escuchar conversaciones ajenas le es inevitable. El muchacho abandona su posición y se sienta en el banquillo esperando que sea la hora de la misa. —Necesito pedirle un favor, Padre, es sobre mi sobrina Maddyson—Shawn se levanta puesto ya sabe que es indebido escuchar la conversación y que por mucho que lo intente le será imposible. Así que se dirige a la salida directo a algún café cercano, ya que son las nueve de la mañana y lleva desde las siete en ayunas.
La cafetería no quedaba muy lejos De la Iglesia aunque cabe destacar que el pequeño barrio Clinton, mas conocido como la Cocina del Infierno, no abarcaba mucho territorio y todo quedaba relativamente cerca. Aquel conjunto de calles se había creado mala reputación por su violencia y tráfico de drogas. Pero al menos el precio de renta de los pisos era barato y con el reducido sueldo que recibía Shawn era lo máximo que se podía permitir. Aunque tampoco quería más.
—Buenos días, Anne—dice Shawn nada más entrar por la puerta del lugar. Un profundo olor a café le inunda las fosas nasales, y su estómago ruge pidiendo alimento—¿Cómo se ha levantado hoy la mujer más bella del vecindario?—la señora le dedica una sonrisa y se dispone a reír.
—Buenos días a ti también, Shawn.—Anne era la dueña de la cafetería de la esquina. Una mujer de cincuenta y pico de años llena de vitalidad que siempre intentaba alegrarle el día al moreno. Su característico tono lleno de cercanía había hecho que Shawn confiase rápido en ella. Y Anne solamente podía ver en Shawn a un pobre joven que había tomado mala decisiones en su vida. La mujer había intentado presentarle su hija a Shawn, sin embargo, él siempre rechazaba la propuesta con una calurosa sonrisa diciendo que ahora mismo no podía estar con nadie, que no era lo suficientemente bueno.—¿Lo de siempre?
—Si, por favor.—Quizás la cafetería no tuviese una larga carta de delicias pero el café era decente y sus tostadas estaban para chuparse los dedos. Shawn llevaba una vida sencilla, al menos ahora, tenía un trabajo en una tienda de veinticuatro horas y vivía en un piso de mala muerte porque los pocos turnos que tenía no le daban para pagarse nada mejor. No tenía lujos, sin embargo tampoco los necesitaba. Él tenía a Dios y con eso le sobraba.
[...]
La misa pasa enseguida para Shawn, ya que tiene la barriga llena y una larga lista de cosas por las que reflexionar. El padre había hablado de todo tipos de cosas hoy, incluso había hecho un recordatorio de un fallecido de hace poco. Al ser sábado la iglesia estaba especialmente llena. Muchos de los que asistían no vivían la Fe, sin embargo, pensaban que Dios podría salvarlos.
El joven levanta su vista cuando un suave murmullo de personas yéndose se cuela en sus oraciones. No queda casi nadie, excepto las hermanas que permanecían de pie en primera fila y alguna que otra persona que aún sigue arrodillada rezando. Shawn afila su mirada al ver que algo interrumpe la sucesión de velos negros. Una melena larguísima y blanca como la nieve se hace hueco entre esas servidoras del señor. Sus rizos aguados llaman la atención del moreno y se pregunta quién será y que hace ahí. Shawn observa como permanece quieta, con una postura firme y sus ojos se deslizan hasta las piernas desnudas de la chica de cabello blanco. Una pequeña falda de tablas del mismo color de su pelo adorna unas bronceadas piernas. Una parte de dicha prenda es tapada por la largura del cabello, concretamente desde la cintura hasta el trasero. Shawn pasa la lengua por sus labios secos y traga duro cuando los rizos ondean por culpa de su movimiento. Rápidamente sube su mirada a una preciosa cara que le mira con diversión, como si hubiese sabido que casi la devoraba con la mirada. Una sonrisa blanca provocan unos graciosos hoyuelos en ambas mejillas rojizas.
—Shawn, hijo.—la llamada del cura hace que despegue la vista de la hermosa joven.—¿La idea del coro sigue en pie?
Shawn parpadea varias veces, volviendo al mundo real. El moreno le había propuesto al Padre formar un pequeño coro que animase más las misas y las catequesis. Suponía que así quizás más gente querría acudir a la fiesta del señor. —Oh, si, claro. ¿Ha habido suerte? ¿Alguien se quiere apuntar?
Estaba algo inseguro ante su idea, ya que en un barrio así de conflictivo no mucha gente querría participar en un coro y menos de la misa.—Ha sido un existo rotundo, Shawn. —le felicita el hombre.—Hay bastante gente interesada, aunque la mayoría asegura que no sabe cantar en absoluto.—ambos hombres ríen.
—Eso no será problema.—dice feliz con una sonrisa.—¿Sabe a qué hora podremos ensayar?
—Tenía pensado que quizás por ahora podríais venir una hora por la tarde. —explica el hombre de mirada cansada.
—Oh perfecto, así podremos practicar más.—dice con voz tranquila, aunque realmente esté lleno de entusiasmo. Hacía tiempo que no tenía ningún hobbie y quizás volver a tocar la guitarra y enseñar a algunas personas le distraería un poco.
—Perfecto, entonces mañana nos vemos. Que el señor te ampare Shawn.
ESTÁS LEYENDO
𝔰𝔦𝔫𝔫𝔢𝔯|SM
Fanfiction"𝑄𝑢𝑒𝑟𝑖𝑑𝑜 𝐷𝑖𝑜𝑠, 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑜́𝑛𝑎𝑚𝑒 𝑝𝑜𝑟 𝑚𝑖𝑠 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜𝑠, 𝑠𝑜𝑙𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎𝑐𝑎𝑏𝑜 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑛𝑧𝑎𝑟." Donde Maddyson perturba la vida austera de Shawn irrumpiendo con miles de tentaciones que lo convierten de nuevo en u...