Emergencia

24 1 0
                                    

Cuando la televisión se encendió por si misma, sólo para mostrar estática, William supo que algo malo estaba por pasar.

Llevaban horas encerrados en casa, sin nada que hacer más que pasar el rato en silencio, expectantes a los ruidos en el exterior. Afuera se escuchaban gritos, golpes y de vez en cuando disparos, pero en ese momento, cuando la televisión se encendió por si sola, el mundo se silenció.

Apareció estática que pronto se convirtió en una pantalla roja con el emblema de la nación. El slogan: "Servir y proteger" residía bajo el mismo. La tonada del himno nacional sonaba de fondo. Una voz un tanto robótica comenzó a hablar. «ESTA ES UNA EMISIÓN DE EMERGENCIA», dijo. Delaila comenzó a llorar, y su madre la meció en sus brazos mientras tarareaba una canción. Los demás estaban callados, atentos a la voz, incluido William.

«ESTO NO ES SIMULACRO», un escalofrío recorrió su espalda, y estaba seguro de que lo mismo les ocurrió a sus cinco acompañantes. «LAS SIGUIENTES INSTRUCCIONES SON VITALES PARA SU SEGURIDAD»

En ese momento se escuchó lo que parecía ser una explosión, a la que todos respondieron con un brinco. La noche había caído hacia dos horas, pero en ese instante una fuerte luz entró por los gruesos cortinajes; era una luz azul un tanto hipnótica.

«CIERREN Y ASEGUREN TODAS LAS POSIBLES ENTRADAS A SUS HOGARES»

Por un instante, ninguno se movió, William no podía apartar sus ojos de la televisión, pero sabía que nadie se había movido, pues la casa estaba en silencio. Alguien le abrazó el torso, estaba tan asustado que no miró quién. Seguramente era Helen, o tal vez la madre de Delaila. Fuera quien fuera, no quería verla en ese momento.

«APAGUEN TODAS LAS LUCES»

«NO MIREN POR NINGUNA VENTANA»

Parecía una pesadilla hecha realidad. Sin saber por qué, se levantó, causando que la persona que lo estaba abrazando lo soltara, y apagó las luces, después recorrió la casa y cerró toda ventana. Finalmente, aseguró con llave todas las puertas, incluso las de los cuartos. En su trayecto por asegurar su hogar escuchó más indicaciones.

«NO RESPONDAN A LAS LLAMADAS DEL EXTERIOR DESDE SUS PUERTAS Y VENTANAS HASTA NUEVO AVISO» «PERMANEZCAN EN SILENCIO EN TODO MOMENTO»

—¿Qué está pasando? —habían estado en silencio tanto tiempo, que escuchar la voz de Matt, siempre tan profunda y gruesa, le hizo saltar.

—No-No lo sé. —le respondió la mamá de Delaila con la voz entrecortada.

—Bajen la voz. —dijo él en susurros.

«NO INTENTEN INTERACTUAR CON CUALQUIERA QUE SE ENCUENTRE FUERA DE SU HOGAR»

Otro estruendo se escuchó. Esta vez no hubo luz. No pasaron ni diez segundos en silencio cuando lo escucharon. Alguien tocaba a la puerta.

«NO INTENTEN INVESTIGAR CUALQUIER SONIDO QUE PROVENGA DEL EXTERIOR DE SU CASA»

Nadie se movió, Delaila dejó de llorar. El hombre (o máquina) que estaba dando las indicaciones pareció esperar también. Seguían tocando a la puerta, esta vez sonaba como si fueran cuatro personas. William se preguntaba si lo mismo estaba ocurriendo en todas las casas del vecindario.

—¡Déjame entrar! —gritó una desesperada voz que claramente era de una mujer. —¡Tengo aquí tres hijos, por favor déjenme entrar!

—Tenemos que abrir la puerta. —dijo William acercándose a la misma, pero Helen se apresuró a jalarlo del brazo, haciéndolo caer sobre ella.

—No podemos, Will, el hombre en la...

«NO INTENTEN AVERIGUAR LA PROVENENCIA DE CUALQUIER LUZ AFUERA DE SU HOGAR»

EmergenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora