París

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" ¡Cómo pasa el tiempo!" solía decir mi madre al recordar cada día a mi hermana mientras observaba aquella fotografía puesta en ese pequeño portaretratos. Y en verdad aquella expresión tiene mucha certeza. Cómo el tiempo puede ser tan desigual que cuando sentir nuestra vida disminuye a cantidades mínimas, y cuando estamos con las personas que queremos, los llamados buenos momentos de la vida, se precipita a acabar y nos deja un enorme sinsabor.

Emilie, así se llama mi hermana, y a pesar de no haberlo confesado nunca, mi familia pudo inferir que además de buscar un lugar extravagante para realizar su vida, también buscaba con quién compartirla. Y no fue tan difícil deducirlo, dado que el barco que escogió la dejaría en Ruan, y de allí por el Sena llegaría a París, la ciudad de sus sueños, la ciudad del amor.

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