❥『ONE』

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      ❥『Consecutivos golpes en el hombro provocaron que Yuta despertara repentinamente de su profundo y extraño sueño. Tardó varios segundos en recomponerse y parpadear para descubrir que no se encontraba perdido en mitad de una laguna, sino que seguía en el coche de Johnny camino a la casa de verano que tenían sus padres.
   Yuta cogió la mano de Lucas y detuvo sus puñetazos con cara de pocos amigos. Suspiró frustrado y se hizo ligeramente hacia adelante, ignorando por completo la estúpida risa de Lucas. Tocó el hombro del copiloto, Chittaphon, y este le sonrió burlesco.

   —Buenos días, princesa. Sí que has dormido bien, eh —rió.

   —Agh, cállate, llevo un dolor de cabeza. ¿Queda mucho para llegar?

   —Cinco minutos —respondió el conductor.

   Yuta observó a través de la ventana. Lo cierto era que el paisaje no daba muy buena espina. Estaban adentrándose en un frondoso bosque repleto de árboles y ni siquiera estaba seguro de si seguían en la carretera o habían tomado uno de esos geniales atajos. Pasó su mano sobre sus cabellos, apartándolos de su frente y tratando de deshacerse de ese fuerte y repentino dolor de cabeza. Al llegar tomaría alguna pastilla, o tal vez con descansar de tres horas de viaje en coche era suficiente.

   —¿Cómo vamos a repartirnos las habitaciones? —gritó Lucas, a lo que Taeyong —otro compañero— le dio un manotazo para que bajara la voz.

   —Pues mirad, hay cuatro, así que es perfecto. Ten y yo iremos a una, y vosotros tres ya os arregláis. Os aviso de que esa casa no se ha pisado en muchísimo tiempo, habrá que limpiar como su puta madre. Además, no he visto nunca la casa, solo me han dicho cómo es. Es que ni he visto fotos, así que es un poco a la aventura.

   —¿Eh? Pero si dijiste que pasabas todos los veranos ahí, tío —recriminó Taeyong.

   —Es que si os decía la verdad no veníais.

   —Joder, es que limpiar ahora. Macho, qué aburrido.

   —Venga, ya está —comentó Yuta—. Hemos venido a pasarlo bien y punto.

   Tras aquella pequeña discusión, Johnny aparcó el coche frente a una gran casa rústica. Estaba rodeaba por altos árboles, un césped irregular y justo en frente de un hermoso lago verdoso y no muy extenso. A su izquierda también había un cobertizo y otra casa que parecía caerse a pedazos.
   Agarraron sus maletas e ingresaron a la casa. El olor era muy fuerte, casi insoportable. Apestaba a cerrado y a humedad, lo cual era comprensible. Aún así, el suelo no estaba tan sucio y las paredes conservaban un suave tono crema. En el salón principal había una televisión antigua, dos sofás y una mesa de cristal, además de algunos armarios, un teléfono de dudosa funcionalidad y una moqueta grisácea por el polvo. Al verlo, el ánimo subió un poco, pues podría haber estado en peores condiciones, y con diferencia. Continuaron hacia la cocina, la cual estaba desordenada, pero bastante limpia y aceptable. No era muy amplia, pero era perfecta. Lo siguiente fueron los dos baños, que apestaban horriblemente mal, como a podrido. Todos hicieron muecas y amagos de vomitar al percibirlo. Tanto el agua del inodoro como la de la bañera estaban estancadas y sospechosamente ennegrecidas.

   —La virgen, ¿y nos tenemos que duchar ahí? —preguntó Lucas con voz nasal por culpa de haber tapado sus fosas nasales—. Qué ascazo, coño.

   —¡Cierra la puerta, ugh! —chilló Yuta.

   Johnny dio un portazo y soltó una fuerte respiración.

   —Lo que hay ahí dentro no es normal, eh. Hay dos ecosistemas nuevos, mínimo —dijo Chittaphon asqueado.

   —Cuando limpiemos esa masa de agua podrida se irá el terrible olor, ya veréis —animó Taeyong—. Anda, vamos a ver las habitaciones.

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