—Encontramos a un delta, señor, es un oso.
—Debió costarte atraparlo.
Kato veía a su padre con cierta incomodidad. El hombre le había pedido patrullar los alrededores y lo hizo. Simplemente el dolor era tan insoportable que no podía sonreír como siempre lo hacía.
—Sí.
¿Qué más podía decir? En realidad pelear en su forma animal con un oso le había resultado agotador y casi fatídico. Los delta siempre fueron mucho más fuerte que los Alfa, pero incluso de esa manera Kato encontraba la manera de ganar. Porque él sabía que los Delta no razonaban, que atacaban sin pensar y por eso él buscaba un momento para obtener la victoria, mientras que el oso aprovechaba para intentar destruirlo.
En ese momento Dena entró a la sala, viendo a su prometido agonizante mientras sus ojos imploraban a su padre que le deje ir por ese momento.
Dena, al igual que Kato, había crecido de la manera más majestuosa que se pudiese pensar. Sus cabellos rubios, casi rozando el plata, caían por su frente con delicadeza, sus ojos verdes tan suaves como la misma naturaleza, en ellos seguía habitando la nobleza y la bondad. Su figura se había desarrollado de una forma prolija. Tan delgado como la mayoría de los Omega eran y tan hermoso como amable.
Muy diferente a Kato. El alfa mantenía sus ojos rojos, parecían guardar el mismo infierno, pero su alma algo bondadosa era notoria ante su sonrisa. Su piel morena brillaba ante el sol y sus cabellos negros lo hacían ante el fulgor de la luna. Su cuerpo había crecido en tamaño y músculo, era fuerte, tan fuerte que podía hacerle frente a un Delta. Y lo acababa de demostrar, cuando capturó a aquel oso.
—Creo que es mejor ir a almorzar ahora —dijo Dena, con su habitual y pura sonrisa mientras sus largos dedos sostenían los hombros de su prometido—. Ya luego habrá tiempo de hablar.
—Dena es toda una joya. Está bien, vayan a comer, ya luego hablamos del problema.
El Omega, con amabilidad, sonrió y tomó la mano de su prometido, caminando despacio para que este pueda seguirle el paso. Dena seguía siendo alguien extremadamente amable y la inocencia brillaba en sus ojos verdes. Él era realmente una joya que Kato llegó a apreciar.
Kato por su parte, podía ser amable, pero junto a su padre se volvía alguien sumamente agresivo. Simplemente su personalidad todavía no estaba definida al cien por ciento. Por eso se mantenía a lado de Dena. El Omega era el único en el que confiaba para descansar y mostrar una bondad que el Omega merecía.
Quizá no era amor, pero era muy cercano a ello. Su unión sería algo relativamente bueno.
Llegaron a la sala donde la madre del Alfa les sonreía con gran cariño. La beta había sido elegida como pareja por su belleza inigualable y la bondad que desbarataba el semblante frío del actual Alfa.
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El Lobo Y El Zorro (Omegaverse) [Gay]
Fantasy"Prometo hacer hasta lo imposible para volver a verte en nuestra próxima vida. Ser lo suficientemente paciente para tu llegada una vez más a mi vida. Y no volver a dejarte ir. Sin lágrimas esta vez Sin ser el villano esta vez" Aquella noche, mien...