Heart Attack

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Él nunca entendió el concepto del amor.

Era algo sin sentido para él. Una pérdida de tiempo, dinero y otras cosas.
Además, ¿por qué necesitaba el amor?
Una relación se basa en la esperanza, confianza y tolerancia. Algo que él no tenía, ¿cómo iba a soportar a un hombre?
Por esa razón, a sus jóvenes 24 años de edad, había perdido la necesidad de tener una pareja. Esos sueños de poder tener un amor de película se diluyeron conforme el tiempo pasaba, pero no se sentía triste ni enojado al respecto. De hecho, se sentía mucho mejor.

De seguro se están preguntando, ¿cuál es lo más lejos que ha llegado con un hombre? Fácil, una vez fue a Japón con su padre.

Sentía que una relación estorbaba distintas cosas en la vida, cosas que para Changgu eran muy importantes.
Gracias a la televisión, películas y libros, aprendió que el amor era algo color rosa. Que era algo diseñado para traer felicidad en tu vida, iluminarla con miles de colores y hacerte sentir en las nubes cada segundo de cada día.

Pero el amor no le iba a pagar los impuestos

Lo mejor era apartar ese pensamiento lo más lejos posible.
Él era una persona bastante ocupada. Estudiaba los 365 días del año y trabajaba en un pequeño estudio de fotografía (cabe decir que no le iba tan mal). No tenía tiempo para hacer esas... Cosas de amor.
Por eso solo se enfocaba en su trabajo, estudios y el pequeño grupo de amigos que tenía. Con eso le bastaba, con eso era feliz.

Amaba su trabajo, tenía una gigante pasión por la fotografia. Su estudio estaba en una de las partes más pobladas de la ciudad, así que le visitaban clientes frecuentemente.
Era pequeño y moderno. No tenía bastantes decoraciones, era de un estilo minimalista peculiar.
En la sala de espera habían sofás negros, una mesa del mismo color con un florero rojo. Habían muy pocos cuadros, de los cuales él pintó. Habían unas cortinas de color vino, las cuales tapaban la vista hacia la calle principal.

En el sitio de fotografía habían varias cortinas rodeándolo y una luz gigante en la esquina de este lugar. Habían varios accesorios tirados en el suelo que según él, los recogería en cinco minutos; ya llevaban una semana ahí.

Era un pequeño y simple estudio de fotografía en el primer piso de un gigante edificio, pero esos tres pequeños cuartos ayudaban a Changgu a vivir sus sueños así que no lo cambiaría por nada más.

Él ya había presenciado un lunes mundano desde el momento que su alarma sonó. Era la misma rutina de siempre, levantarse a las 6:00 am, tomar una ducha, ponerse ropa cómoda, desayunar en 5 minutos y salir a su primera lección de cátedra del día. Salió a las 10:00am de la escuela para ir a una cafetería y comprar lo de siempre: un caramel macchiato y un pain au chocolat.
Después tomaba el camión hacia el centro de la ciudad, donde se encontraba su estudio fotográfico.
Se paró enfrente de la puerta, sacando sus llaves para abrirla. Suspiró al entrar, no tenía ninguna sesión de fotos programada.
– ¿Qué haré ahora?... Supongo que... – dijo mientras se acercaba a la repisa detrás de su escritorio, tomando una pequeña novela de romance que su amigo Kang Hyunggu le había recomendado.

Hyunggu trabajaba en una librería que se encontraba a unas cuadras de su estudio, así que de vez en cuando decidía ir a visitarlo. De alguna manera, el chico consiguió que Changgu comprara un libro que "nunca sería olvidado en una repisa" pero ahí estaba, solo y triste en la repisa de su estudio.

El chico dió otro suspiro y comenzó a leer.
– Qué ridículo, no puedo creer que esté haciendo ésto. – Comentó mientras se encontraba en las primeras páginas del libro. Por tanto que le gustara decir que era una lectura aburrida que no disfrutaba del todo, Changgu era absorbido poco a poco cada vez que daba una vuelta a las frágiles páginas. La trama había captado por completo su atención y estaba hambriento por conocer más de los personajes.

Fairytale || HongguDonde viven las historias. Descúbrelo ahora