Prólogo

25 2 0
                                    

Horas antes del asesinato.

Ela Verá era la chica más desafortunada del pueblo de la "Condesa", muchos decían que estaba maldita. Los niños del pueblo les gustaba inventar historias sobre ella y su familia, siempre huían cuando la veían cerca, pero no era su culpa, solo repiten lo que los adultos dicen, y los rumores de los adultos son aún peor de lo que cuentan los niños.

Pero eso no le importaba a Ela, le gustaba la imaginación de los niños, y los adultos muy pocas veces se le acerca, solo le dedican miradas de desprecio o de pena. Para ella eso no era un problema, el problema era los chicos de su misma edad y quienes tiene que ver constantemente en dicho instituto llamado escuela superior, la preparatoria de la condesa.

Era lo único que podía molestarle aquellos rumores, un problema constante en su vida diaria.

Siente el empujó en su hombro con un insulto hacia ella. No levanta la mirada por qué no tenía necesidad en hacerlo. Evitaría así más problemas de las que ya tiene. Mira el reloj de su muñeca, confirmando que solo la clase de deportes faltaba para que el infierno que vive en la escuela sea remplazado por la de su casa.

Ela Verá se le conoce por ser una persona bastante callada y con una esencia extraña. Pasaría en ser invisible por sus compañeros, si no fuera por los múltiples rumores que la rodea.

Era el hecho de tener una familia descrita como "anormal" era suficiente para tomarla como una especie de monstruo para los demás. Ya era así antes, antes de que su hermana fuera encontrada intentando suicidarse.

El pitido del entrenador la saca de sus pensamientos provocando un pequeño sobresalto, debía haber puesto una mueca graciosa, ya que las demás chicas comenzaron a reírse de ella. Baja la mirada acomodando su cabello castaño, cantidades de rizos se alborotaron en su contacto. Por más que se lo acomodará siempre parecía una melena.

No le importaba a ella, pero su madre era otro tema.

Unas indicaciones más, estiramientos y vueltas en las canchas fueron suficiente para que la hora terminara. Ela comienza a recoger los balones de Fútbol mientras espera que las demás chicas terminen en ducharse. La preparatoria de la Condesa contaba con un sector de duchas, como equipo de cómputo, secciones de laboratorio y una biblioteca donde el taller del periódico en línea que contaba la escuela pudiera hacer sus reuniones.

Ela tenía prohibido entrar a las duchas hasta que todas las chicas terminarán. Ela pensaba que de alguna forma incomodaba a las demás chicas o les producía asco como ellas exclamaba de su persona, tal vez era su cicatriz que tenía en el muslo izquierdo o las pecas que rodeaba su cuerpo como la parte de su nariz. No lo sabía, no sabía que era lo desagradable en ella. No quiso preguntar sabiendo que se ganaría algo peor que insultos.

Cuando termina de guardar todo el equipo de deporte en una de las esquinas del almacén, ahorrándole el trabajo al señor del mantenimiento. Podía haberlas guardado, pero no tenía la llave del almacén. Se acerca a las duchas comprobando que estuviera vacío. Abre el único casillero que aún mantiene su cambio de ropa, toma su toalla y comienza desvestirse, terminado en cubrir su cuerpo desnudo, tomando su equipo de higiene e irse a la regadera, la única que está en buen estado y que no tarda en calentarse.

Le gustaba bañarse en la escuela. Sin que su madre estuviera a lado de la regadera sentada en el inodoro, contándole la misma historia, Ela disfrutaba estar sola, por qué era algo que muy difícilmente podía tener. No tenía puerta en su cuarto, su madre trabajaba en casa por lo cual siempre estaba con ella, vigilándola. Aunque no usará ese tipo de palabra. El único tiempo sola que tiene es cuando está en la escuela, y eso no sería del todo cierto, no cuando sus compañeros le gustan mucho molestarla, ya sea en clase, en el almuerzo o en los pasillos.

RUMORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora