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Loki lanzó su casco junto a un gruñido, estaba irritado. Aún podía escuchar las risas, incluso estando en el lugar reservado para los reyes. Las personas que presenciaban los entrenamientos de los guerreros se reían de él, pues no había sido capaz de esquivar el golpe de Frandal, éste lo había enviado casi del otro lado de la arena al dar justo en su pecho.

Esperaba que su hermano lo defendiera, pero lo vio reírse junto a sus idiotas amigos. Lo despacharon al momento, incrementando las tenues risas provenientes de las gradas.

—Mejor toma asiento, hermano, creo que ya has tenido suficiente por hoy —le dijo Thor entre risas, Volstagg le dio un golpe en la espalda, carcajeando. Loki elevó la mirada de la tierra, y los vio a todos reírse.

—Ni siquiera pudo tocarme con sus patéticas dagas —se burló Frandal mientras le daba la espalda. En ese momento Loki tomó su espada y se levantó indignado, aunque ese sentimiento era algo que lo acompañaba a menudo. Al igual que la humillación, soledad y coraje.

Nadie lo comprendía, todos se reían de él. Era una burla, lo fue desde que Odin reconoció que no era su padre, desde que todos supieron que era un gigante de hielo, la burla sólo aumentó. Nunca sería rey, Odin prefería a Thor, Frigga se compadecía de él al enseñarle su magia y compartirla con él. Pero, ¿de qué le servía en un lugar lleno de guerreros?

De nada, ser un hechicero no servía de nada en Asgard. Se levantó del lugar, viendo cómo Sif chocaba espadas con Hogun, sonriendo emocionados. Siendo apoyados por Thor y sus dos amigos.

Fue hasta su habitación para tomar una ducha y deshacerse de la suciedad de su cuerpo. Cerró de un portazo. Todo era igual, nada cambiaría. Él siempre sería la sombra de Thor. Nadie lo tomaba en serio, no tenía el respeto de nadie. Era muy diferente a su hermano adoptivo.

Ese idiota del cual estaba enamorado, tontamente. No pudo evitarlo, Thor fue el único que lo tomó en cuenta cuando eran niños, pero cuando creció y comenzó a ser un guerrero, se unió a las burlas de todos hacia él. Thor no decía nada cuando le decían débil a Loki. Cuando se burlaban de su magia y de sus pocas habilidades en el combate.

Estaba sentado en una silla cerca de su ventana que le daba una vista de Asgard, leyendo un libro sobre hechizos nuevos que pretendía practicar, cuando tocaron su puerta. Suspiró, esperaba que no fuera nada, quería estar solo. Después de llorar patéticamente en el baño por ser poca cosa, no quería ver a nadie.

Susurró su permiso para que la persona que hubiera tocado entrara a sus aposentos. Cerró el libro sobre sus piernas y miró hacia la puerta cuando ésta se abrió. Era un sirvienta.

—Su padre requiere su presencia —Loki ignoró la falta de honoríficos, nadie le hablaba de esa manera, por mucho que fuera el príncipe del reino. Ese respeto sólo se lo daban a Thor, Odin y Frigga. Pero, ¿a él? Jamás.

Ni siquiera era un Asgardiano de sangre, era el monstruo enemigo. Si seguía allí era por Frigga, que lo trataba como un hijo. Y aunque no lo quiera admitir, Odin siempre le demostró que su amor era para Thor, su hijo de sangre.

Loki asintió y la mujer se fue sin despedirse, cosa que no lo sorprendió . Él se levantó y sin muchas ganas caminó hacia el trono donde sabía que estaría Odin. Cuando llegó vio a Thor parado en frente de su padre y madre. Quiso rodar los ojos, pero su madre le miraba. No quería una mala mirada de su parte. No hoy.

Odin lo miró con su ojo entrecerrado, pues a diferencia de Thor, él ya no vestía la armadura para entrenamiento. Se paró al lado de su hermano e hizo una reverencia para Odin y su madre. Frigga le sonrió cuando volvió a su posición normal. Thor lo miró, y le susurró.

Reconocer el valor |Thorki| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora