Lo admito, aquellas palabras las había dicho por desesperación, ya no sentía quererte, pero la rutina me mantenía atado a ti, no fui tras de ti y ese fue mi primer error. Luego de un par de semanas fue que comencé a extrañarte y no por la rutina, ya nadie me satisfacía en ningún sentido; sexual, visual, nadie olía como tú, nadie tenía la dulce voz que tú poseías, nadie me llamaba la atención y mi nueva rutina me llenaba de ansiedad por el simple hecho de saber que tú no estabas en casa esperándome con la cena, con mimos, con besos, con una tierna sonrisa que, sin pensarlo, mejoraba mis días, ya no estabas tú.
Dos meses después ya no pude soportarlo y fui a buscarte a la cafetería, me dijeron que habías renunciado, entonces fui a tu universidad y tampoco estabas ahí.
¿Una beca para el extranjero?
¿Tanto deseabas alejarte de mí?
¿Tanto daño te hice, mi niño?
Los años pasaron y por azares del destino, mi trabajo me llevó a Nueva York cinco años después de tu partida, me contrataron en un hospital de prestigio para tratamiento de cáncer y me quedé a vivir en un pequeño apartamento, muy parecido al que solíamos compartir.
Un día hicimos una reunión con una nueva empresa que iba a proveer todo lo necesario para el tratamiento y cirugías de los pacientes, se decían maravillas del CEO de dicha empresa, muy capaz, maduro e inteligente por montones; me sentí tan orgullos de ti cuando te vi ahí de pie, maravillando a todos con tus maduras palabras en aquella voz tan dulce que un día me llamó con apodos cariñosos, me maldigo por no haber valorado aquello.
Me miraste por un segundo y luego dirigiste tu dulce mirada a los demás presentes en la reunión, fingiste no conocerme, borraste nuestro pasado y a pesar de que me duele, demostraste tu madurez, algo que te pedía incansablemente, me estoy tragando mis palabras justo ahora.
Los directores del hospital no tuvieron que pensar dos veces en firmar contigo y tu empresa, la reunión terminó y te observe en silencio mientras te dirigías a un auto convertible de color negro, donde un muchacho alto y moreno te esperaba con una sonrisa adornada por hoyuelos, te abrazó y estrechó tu cintura como yo solía hacerlo, solo que él no tenía problema para besar tus labios, esos hermosos, dulces y cálidos labios tuyos, tú le sonreíste, esa hermosa sonrisa de la que un día fui dueño, ahora le pertenecía a alguien más.
No me malentiendas, estoy feliz por ti, encontraste a alguien a quien no le da miedo ser feliz a pesar de haber sido o no herido por alguien más, me hubiese gustado no haber sido tan cobarde, no haberle temido a tu amor, a tu belleza, a tu corazón, me lo entregaste y yo lo hice polvo.
Sonrío cuando un pequeño aparece y no puedo seguir viendo aquella escena familiar de la que yo hubiese sido parte sino fuese por mi estupidez.
Esa noche llego a mi apartamento luego de haberme pasado por el almacén de medicamentos, bebo varias copas de la primera botella que encuentro mientras observo unas fotos que tomaste de ti mismo con mi móvil, nunca las borré por pereza y ahora me alegro de no haberlo hecho.
Cargo una jeringa con la dosis suficiente como para matarme y la inyecto directo en mi vena, ahora solo resta esperar.
Perdóname mi niño, perdóname por lastimarte, recuerdo que aquel día, tus ojitos ya no brillaban por mí, ahora brillan por él.
Todo se oscurece y solo puedo pensar en una última cosa:
Sí Jimin, ahora te amo y te amaré siempre.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
No sé si vaya a tener muchas lecturas, pero quería publicarlo.
Espero que les haya gustado y que no hayan llorado.
Espero que la inspiración llegue de nuevo como en esta ocasión algún día.
Si leíste hasta aquí, te amo.
I'll read you later

ESTÁS LEYENDO
You love me now?
FanficDonde Jimin está profundamente enamorado de su novio Jungkook. Donde Jungkook fue profundamente herido en una relación pasada y trata a Jimin con frialdad hasta que el pequeño rubio ya no lo soporta. Advertencia: quizás lloren, no tiene tantos diálo...