Capítulo 2: Por las calles de la Desilusión.

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Meses pasaron desde aquel último sueño. Mi vida no ha hecho más que seguir hacia adelante como si no tuviese otra opción. Simplemente empujo una rueda hasta la cima de una montaña sabiendo que no tendré la fuerza suficiente para mantenerla allí, sé que volverá a caer, sé que tendré que volver a subirla.

Vivir o morir ¿Cuál es la diferencia? Cualquiera de las dos me daba exactamente igual. Ambas eran exactamente lo mismo para mí: La vida era ilógica para mí porque yo era totalmente invisible en la vida real donde no podía hacer nada más que vagar con una sonrisa en la cara; la muerte era exactamente lo mismo. Estuviese vivo o muerto, mi estado era el mismo porque había muerto en vida al perder lo único que me sostenía a las esperanzas de un buen futuro, un futuro forjado por mis manos en un lugar donde solo yo podía vivir.

No tarde demasiado en refugiarme otra vez en cosas dañinas que jamás me aportarían nada bueno, solo traerían más problemas, pero al menos me hacía olvidar algunos que eran mucho más graves al menos para mi mente.

La cerveza y los cigarros fueron mis mejores amigos durante esas largas y solitarias noches en las que ideas oscuras invadían mis pensamientos que de por sí ya estaban oscurecidos, habitué también bares en búsqueda de venenos más fuertes y una que otra compañía pasajera, todo esto obviamente sin sentido alguno. Odiaba la vida vacía y después de tantas cosas fue la vida que termine por conseguir a pesar de todo el esfuerzo por abandonarla.

El mundo onírico era el lugar más bello que había visto en toda mi vida, y lo terminé arruinando al igual que todo en mi miserable vida, todo por mi arrogancia y soberbia. ¿Quién demonios creí ser para proclamarme dueño de algo tan bello? Esta vida me la merecía; cada momento de dolor, de angustia y de ansiedad eran mi castigo por matar a mi propio sueño. Solo soy un miserable bastardo que nunca debió pisar esta tierra, o al menos no en éste tiempo

Muchas veces quise volver a soñar y caer de nuevo en los suaves pastos de mi tan querido mundo y muchas veces quise también acabar con mi vida, pero sabía que no me merecía el descanso pleno que me darían cualquiera de las dos opciones. Por una parte, sentía que debía castigarme por todo lo malo que he hecho en toda mi vida, y, por otra, sentía que aún no era tiempo de morir, había quizás grandes glorias que debía alcanzar, o quizás solo mas sufrimiento que aún no ha sido retribuido a quien quiera que sea el que deba ser retribuido. Se llame Karma, Dios o Destino, a cualquiera de estos podría haber sido retribuido, pero cualquiera que sea la opción verdadera ninguno de ellos me quería ver muerto aún.

También tuve mucho miedo de volver al mundo onírico. Puede que mis dudas tiñeran este mundo tan cálido y colorido de la más oscura inseguridad y miedo; la tierra negra más oscura bajo el cielo gris más deprimente que podrían imaginarse.

Si no pertenezco aquí y tampoco pertenezco a aquel lugar, ¿Dónde pertenezco en realidad? He vivido con tanta inseguridad que me he olvidado hasta de vivir. Tengo tanto miedo de no encajar que olvide encajar. Tengo tanto miedo de dañar que me daño a mí mismo.

¿Hay algún modo de perder la memoria?

¿Empezar de nuevo sin ningún recuerdo?

Reescribir mi vida y una nueva historia.

Una oportunidad, solo una para empezar de cero.

Quizás sea mi anhelada redención,

Mi renacimiento, total reinicio,

El fin de la culpa, mi salvación.

Así acabaría este interminable maleficio

Sueños
 Desilusiones
 Y
 Dios
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