ɢᴏᴅ ɪs ᴀ ᴡᴏᴍᴀɴ ||ᴀᴜ ᴀᴅʀɪɴᴇᴛᴛᴇ|| +18 #ɢᴏʟᴅᴇɴᴀᴡᴀʀᴅs2019

xᴠ. ʏᴏᴜʀs ᴛʀᴜʟʏ. ᴘᴀʀᴛ ɪ

"ɪᴛ ʟɪɴɢᴇʀs ᴡʜᴇɴ ᴡᴇ'ʀᴇ ᴅᴏɴᴇ
ʏᴏᴜ'ʟʟ ʙᴇʟɪᴇᴠᴇ ɢᴏᴅ ɪs ᴀ ᴡᴏᴍᴀɴ..."

*Igual que con el anterior ¿Qué creen que le pasó a Mari?*

Aún en esa posición la azabache intenta bajarse pero su intención es detenida por unas manos en su cadera que se lo impiden. -Mari déjame estar así contigo te escucharé pero no me apartes- súplica el de esmeraldas mirando con melancolía a la de zafiros. Mirada que la hace caer en sus garras. La ha convencido de nuevo.

—Yo tenía dieciséis años aún vivía en Roma, iba en cuarto semestre de preparatoria y digamos que no era nada parecida a como soy ahora, pues solía peinarme de dos coletas, vestía de rosa casi siempre y las plataformas que me ves usando a diario eran algo completamente desconocido para mi.

A la mente de Adrien llega la imagen de una inocente Marinette lo que lo hace inclinar su cabeza y depositar un beso en su boca. Beso que no puede ser correspondido por la Dupain quien tras evitar el contacto habla otra vez

—Déjame terminar. No tenía muchos amigos salvo Nino quien llegó aquí un año antes que yo y Kagami ella sigue viviendo en Roma. El punto es que vivía con mis padres en la panadería que antes estaba en París pero debido al éxito nos mudamos a Roma cuando yo tenía nueve años pero ese no es el asunto. Tenía dieciséis años y me gustaba un chico llamado Félix hacía mis intentos por hablarle pero cuando me acercaba siempre tartamudeaba y decía incoherencias por ende siempre me miró raro. Hasta que un día debíamos preparar un trabajo para la clase de biología sobre las evidencias de evolución fue en parejas claro me tocó con Félix y apenas nos asignaron fuimos a mi casa y ahí empezó todo.

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—¡Félix!.

Gritaba la azabache en las afueras del instituto llamando así la atención de un joven rubio con ojos grises vestido con ropajes oscuros quien al oír su nombre volteo

—¿Qué necesitas Dupain-Cheng?

—Yo... Yo quería pro... proponerte si podemos ir a mi casa para... para iniciar el trabajo

Articuló la fémina con dificultad pues el simple hecho de estar frente al joven ojigris hacía que sus piernas flaquearan, su corazón se aceleraba y torpes palabras salían de su boca

—Vámonos de una vez.

Dada su respuesta ambos se encaminaron hacía la casa de la parisina que solo bastaba con cruzar la calle para llegar.

Cruzada la calle llegaron a su destino, entraron por la puerta del local para ahí encontrarse con los padres de la chica.

—Hola mamá, papá. El es Félix.

Presentó la azabache a su compañero con el ritmo cardíaco acelerado. En respuesta el matrimonio Dupain-Cheng se presentó de vuelta con entusiasmo

—Así que tú eres el famoso Félix. Mari no ha dejado de hablar de ti desde que iniciaron el año.

Habló con emoción la fémina mayor provocando en su descendiente un inminente sonrojo. Tom estaba por decir algo sin embargo este fue interrumpido por la chica de coletas