Único.

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Seungkwan estaba acostado en su cama leyendo un libro con la música resonando en sus audífonos. Sólo quería desaparecer, no quería escuchar nada de lo que su padre tuviera que decirle.

Su padre se había casado... otra vez. Y ahora estaba frente a él, dándole un sermón, antes de irse con su nueva esposa.

Según la cuenta que llevaba, esta ya era la quinta vez que se casaba. Desde la muerte de su madre hacía ya cuatro años, su padre cambió. Seguía siendo el mismo padre amoroso y atento con él, sí, pero empezó a salir más. Sus viajes de "negocios" se volvieron constantes y a Seungkwan ya no le sorprendía verlo llegar con una mujer diferente a casa. Se iba acostumbrando a la idea de que su padre ya no iba a ser el mismo de antes. Pero que se acostumbrara no significaba que le agradaran las esposas de su padre. Seungkwan no era estúpido, él sabía que todas esas mujeres sólo estaban con su padre por su dinero. Nada más.

Oh, no. Seungkwan no se iba a dejar engañar.

Obviamente no iba a tratar mal a sus madrastras, claro que no. No obstante, siempre estaría junto a su padre haciéndole ver la otra cara de la moneda. Él sólo quería ver a su padre feliz, y sabía que ninguna de esas mujeres merecían el amor y cariño de su padre. Las mujeres siempre buscan mismo, el dinero de su padre. Lo comprendió tarde, pero lo hizo.

Sin embargo, cuando su padre volvió de su viaje de Tokio, Seungkwan notó algo diferente, no sabía si era ese brillo en sus ojos o su deslumbrante sonrisa lo que lo delató, pero eso no significaba que instantáneamente su próxima madrastra fuera a agradarle.

Sin importar lo mucho que intentara, Seungkwan no encontraba nada malo en Melody, la esposa en turno de su padre. En si, se alegraba por su padre, pero a la vez se sentía algo dejado de lado.

Ya llevaba más de ocho meses juntos y Seungkwan estaba empezando a rendirse, además de que ahora su madrastra estaba esperando una hija de su padre, así que tampoco había mucho que él pudiera hacer.

Seungkwan suspiró y se quitó los audífonos para escuchar a su padre.

—¡No actúes como un niño, Seungkwan! —lo reprochó su padre— ¡Tienes 20 años, por dios! Actúa como tal —se levantó de la cama y dejó el libro sobre el escritorio, caminó hacia el baño revolviendo su pelo—Tu madre y yo saldremos un rato. Eres el mayor, así que quedas a cargo — comentó siguiéndolo. El pelirrojo rodó los ojos. Su padre insistía en que llamara a Melody "madre", por obvias razones no lo hacía. Ella no era su madre y nunca lo sería— Hay comida en el microondas y los números importantes están pegados en la puerta y si necesitas algo simplemente...

Seungkwan salió del baño y se acercó a su padre, tomándolo de los hombros— Papá, basta, ¿si? Tranquilo, se que hacer, no hay problema. Hemos vivido esto muchas veces que ya me sé tu discurso de memoria.

Su padre lo miró con un deje de arrepentimiento y tristeza en sus ojos. Seungkwan le dio un beso en la mejilla y lo empujó hasta la puerta, despidiéndolo.

—Adiós, adiós. Tu esposa embarazada te espera —le dio un último empujón— Byeeee~ —pronunció alargando la última sílaba.

Su padre soltó una carcajada. Cuando estuvo a punto de cerrar la puerta, se detuvo y se volvió hacia él— Oh, lo olvidaba. Hansol salió con unos amigos. No lo esperes.

—Si, si, si —dijo antes de cerrar la puerta— como si fuera a esperar al tarado ese.

Cuando su padre volvió de su viaje de Tokio con su quinta esposa, pensó que eso iba a ser todo, pero no, la vida lo odiaba. La esposa en turno no vino sola, trajo con sigo a su hijo, Hansol Vernon Chwe.

Todavía te amo {Verkwan}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora