Verdugo

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Pones tu dedo sobre mi herida abierta,

siento como hurgas sin piedad,

sin importar mis súplicas.

Dentro de mí recorre el veneno de tu piel fría.

Cruel tirano, tratas de inmovilizar todo mi cuerpo,

ríes sin piedad.

Mis lágrimas no te conmueven,

no te contienen mis implorantes gritos:

¿qué más podría hacer para detenerte?

Persona sin humanidad escrita,

traes desdén a otros con tus manos,

cada palabra de tu boca está maldita.

Creo en la impiedad de tus acciones perversas,

eres mi verdugo impuesto por la vida,

para pagar de mi sangre su cohecho.

Me resignaré a esta existencia,

sabiendo que tú presencia me consume;

día a día sin tregua me atormentarás hasta la demencia.

MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora