Muñeca de trapo

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Todo comenzó hace algún tiempo, cuando mi familia y yo compramos una casa antigua. Mientras la recorríamos mi hija escogió la que sería su nueva habitación. En ella había una pequeña muñeca de trapo tirada en una esquina, llena de polvo y cubierta por telarañas. Me dispuse a arreglarla, quedo preciosa con su pequeño vestido, su cabello rojo y sus ojos negros. A mi niña le encantó, por lo que decidí dársela.

Días después mi princesa ya no era la misma, se comportaba distinta, no nos hablaba y odiaba a sus juguetes, les arrancaba sus cabezas y brazos... la única que dejó intacta fue a la muñeca pelirroja.

Una mañana, mientras estaba en la escuela, entré en su cuarto a limpiar y ahí estaba aquella muñeca en su cama, sus ojos me miraban fijamente pero ¿en que rayos pensaba? era sólo una muñeca, no podía observarme. Me acerqué para ver si necesitaba un lavado, entonces note algo extraño, su cabello había crecido. Me asusté y la lancé al piso, llamé a mi marido que también coincidió conmigo. Ambos sabíamos que eso era imposible, algo andaba mal con esa muñeca, así que la tiramos a la basura. Al llegar mi hija preguntó por ella, nosotros simplemente la ignoramos. Lógicamente empezó a hacer berrinche, pero lo pasamos por alto, supusimos que era normal después de perder a su juguete favorito.

Pasaron los meses y la situación con mi hija no mejoro, dejo de hablar, de comer, lloraba toda la noche, pataleaba, susurraba en la madrugada como si hablara con alguien, se negaba a ir a clases. Intentamos de todo para controlarla, hablamos con ella, le dimos más juguetes, incluso una muñeca exactamente igual a la anterior, pero nada funcionó. La llevamos a un psiquiatra y nos dijo que nuestra pequeña había entrado en psicosis y estaba en riesgo de desarrollar esquizofrenia. Ante la desesperante situación la ingresamos a un hospital psiquiátrico, horas después de dejarla llegamos a casa, me sentía mal, todo aquello por una muñeca.

Al entrar en la sala esa maldita muñeca estaba ahí, en el sofá mirándonos con odio, como si hubiera vivido en nuestra casa por siempre, como si nunca la hubiéramos tirado y estuviera enojada por llevarnos a su amiga: nuestra niña. Mi marido cogió la muñeca y la arrojó con desprecio a la chimenea, la contemplamos hasta que desapareció por completo. Me sentí aliviada y asustada a la vez ¿cómo llegó al sofá? El teléfono sonó interrumpiendo mi pensamiento. Era del hospital, un terrible accidente había ocurrido, un incendio que acabó con todo. Nadie sobrevivió.

Estaba destrozada, a punto de colgar para ir directa hacia allá, cuando el oficial de policía dijo:
"Lo único rescatable es una muñeca que encontramos en los escombros, estaba en el cuarto donde tenían a su hija... es una pelirroja de ojos negros, no sé si la quieran conservar."


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