𝒞𝒽𝓊𝓊𝓎𝒾𝓈

4.5K 536 502
                                    

Nakahara no podía quejarse, la mafia le había dado muchas cosas buenas, había conseguido buenos subordinados y una familia, tenía a alguien a quien consideraba una hermana mayor y varios lujos, leagradaba su cambio de vida, solo había una cosa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nakahara no podía quejarse, la mafia le había dado muchas cosas buenas, había conseguido buenos subordinados y una familia, tenía a alguien a quien consideraba una hermana mayor y varios lujos, le
agradaba su cambio de vida, solo había una cosa. Una jodida cosa.

Las malditas misiones.

Era normal que los enviaran a él y a Dazai a todo tipo de encomiendas cuando se habían desarrollado tan bien en equipo, acabando con organizaciones completas de un solo golpe, dando únicamente resultados beneficiosos a la mafia portuaria, a Chuuya se le daba bien la pelea y seguir los planes de Dazai -a regañadientes- pero seguirlos al fin y al cabo, pero nunca, nunca fue entrenado para eso.

—¡Pero es que no lo entiendo! ¡¿Por qué mierdas tengo que ser yo?! ¡Dazai tiene más pinta de mujer!— Bien sabía que eso no era cierto, Osamu era un hombre bastante masculino, alto, su sola presencia irradiaba imponencia y sensualidad. Él en cambio, era bajito, tenía el cabello un tanto más largo y una que otra curva, facciones finas que hacían contraste a su personalidad brusca y su boca de camionero en un lunes.

(Joder, joder, joder.)

—Chuuya-kun, no se va a ver normal que vayan dos hombres juntos a una reunión como esa sin levantar sospechas, deben ir ambos, sabes que no puedes negarte—. Estaba rojo de vergüenza y furia, furia por ver a Dazai al lado suyo frente al escritorio de Mori morderse los labios para evitar reír a carcajadas, siquiera sabía  por qué se estaba conteniendo, si como buen hijo de puta que era ya habría de burlarse como siempre. Chuuya frunció el ceño y lo miró incrédulo.

—Si no te ríes se te va a reventar una tripa, maldito—. Gruñó con notas de odio surcando su voz, el jefe solo los miraba atento esperando que una de sus típicas peleas sin fin iniciara. Dicho y hecho, apenas Dazai oyó el tono de voz en el pelirrojo soltó a reír como desquiciado, doblándose y golpeando el escritorio de Mori, quien solo lo miraba de forma divertida.

—¡Pero mira, pareces un chihuahua! Estás temblando, chibi, ¡no vayas a ladrarme!— Se burló aún sin dejar de reír, limpiandose una pequeña lagrimita que se asomaba por su único ojo visible, el más bajito de los presentes se contuvo de romperle el cuello y se dio la vuelta dispuesto a irse. Oyó decir "en tu habitación te esperan" de parte de su jefe, y maldijo una vez más por su mala suerte.

. . .

En todo el proceso se sintió miserable, tuvo que aprender a usar tacones en menos de tres horas, fue arrastrado de arriba a abajo por una bola de mujeres chillonas, Kouyou por supuesto estaba ahí para gozar de su sufrimiento en silencio.

—Ane-san, ¿no vas a ayudarme?— La mujer de hermosas hebras rosas sonrió detrás de la manga de su finísimo kimono, entre satisfecha por ver a su amado niño ataviado con un vestido azul que rozaba la línea de lo sensual sin ser vulgar, tacones que lo hacían ver más alto y extensiones rojizas lloviendo por sus hombros, y divertida por el aura de dolor que rodeaba a la ahora pelirroja —. Deja de quejarte, te queda bien. Ahora ve y actua como te enseñé—. Acarició con cariño la mejilla del menor, y este inmediatamente se calmó considerablemente. Salió de la habitación con su misma postura orgullosa y destilando elegancia, yendo directo a lo que él consideraba un matadero.

...

Osamu casi sufre un infarto a la corta edad de diecisiete años. No pudo disimular impresión cuando notó a Chuuya llegar, no porque le gustara (porque jamás, a él no le iban los penes) sino porque se veía como una mujer real. Se cuestionó quién habría hecho ese milagro realidad, y se quedó sin formas de molestarlo. Horas antes cuando Mori les pidió asistir a una pequeña reunión de infiltrados y le ordenó a Chuuya transvestirse se imaginó un resultado ridículo, pero dolorosamente se equivocó. Le quitó la mirada de encima y volteó a ver a Odasaku quien mantenía el rostro inexpresivo, aunque en sus ojos leyó un claro "tomala"

Maldito Odasaku, maldito Chuuya, maldito Mori. A Kouyou no iba a maldecirla siquiera internamente, que miedo.

—Hola Chuuuyis~—. Canturreó el castaño subiendo al auto mientras Nakahara lo imitaba, el segundo mencionado enterró sus uñas postizas en la palma de su mano, contando hasta diez internamente para no matar a Osamu de una vez —. Por favor no me hables, porque maldita sea Dazai, te voy a meter el tacón en el maldito ojo que te sobra y joder que vas a sufrir.

Dazai rió bajito.

—Así no hablan las señoritas, Chuuyis.

—¡Mierda!

Sorpresivamente el resto del viaje se mantuvo tranquilo, quizás porque el de vendas no volvió a hablar o tal vez porque Chuuya ya iba por su segunda copa de vino, afortunadamente no se había embriagado, y le dolió despedirse de su amada botella de vino cuando llegaron. Las miradas de varios hombres en la entrada del edificio se posaron en el pelirrojo, Dazai se removió incómodo sin saber porqué.

—¡Eh! Tremendo culo—. El comentario de un hombre que pasó a la par suya le hizo arder la sangre a Chuuya le cayó como agua fría al mismo —. Sosten mi bolso.
—. Le entregó el bolso a Dazai y se volvió donde el tipo, le miró con rabia y abrió los brazos retandole.

—¡¿Quieres un poco de esto, eh, hijo de puta?! ¡Ven que te voy a dar algo con lo que te atragantes-..— no pudo continuar porque Osamu lo pellizcó disimuladamente para calmarlo.

—Calmate.

— ¡Me vio como si fuera una mujercita!

— Justo ahora eres una mujercita—. Al castaño no le habría importado seguir viendo como Chuuya terminaba partiendole la cara, pero no podía fallar en una misión tan fácil como esa por culpa del temperamento de su compañero. Le devolvió el bolso, y justo en ese instante pasó un ladrón corriendo y se lo arrebató de las manos al más bajito.

—¡Estaban mi identificación y mi arma ahí!

—¡Pues corre!

Y así fue, Chuuya Nakahara corrió en tacones detrás del ratero como un verdadero atleta, lejos en un auto lo observaban con impresión dos miembros de la agencia de detectives, quienes le seguían el rastro al doble negro para evitar una tragedia, aún sin saber que esa señorita en realidad era Chuuya.

Empujó personas, saltó un auto, hizo maniobras ninja para evitar caer de bruces al suelo, Kunikida miró con pánico a Kenji, ¡debía ayudar! Pero de lo contrario serían descubiertos, Kenji en cambio comía palomitas disfrutando la persecución como si fuera un partido de fútbol —. ¡¿Qué es eso?! ¡¿Una corredora?!— El granjerito solo se encogió de hombros como respuesta.

Por fin Chuuyis tacleó al ladrón, quién cayó estrepitosamente, le quitó el bolso y lo miró con superioridad.

—¿Tanta violencia por un bolso?

— No es un bolso, es mí vida.— Imitando su mejor voz femenina comentó cual diva, empezando a caminar con elegancia por donde llegó, dejando al ladrón pálido.

Ese día, todo les salió bien, y muy en el fondo Chuuya disfrutó vestirse de mujer, y Dazai disfrutó verlo.

Ese día, todo les salió bien, y muy en el fondo Chuuya disfrutó vestirse de mujer, y Dazai disfrutó verlo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

☂; ¡Hey, aquí Zuru! ¿Te reíste leyendo? Espero haber logrado al menos una sonrisa.
Inspirado en: ¿Y dónde están las rubias?
Chuuya Wilson siempre será mi mejor creación.

𝙻𝚒𝚟𝚎𝚜, 𝚜𝚘𝚞𝚔𝚘𝚔𝚞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora