Hanahaki

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Noctis nunca esperó encontrarse en esa situación.

Si bien había escuchado hablar sobre aquella nueva enfermedad de las flores que se habia propagado por  todo Eos durante los últimos años
verdaderamente nunca esperó que personas tan cercanas a él tuvieran que padecerla.

La enfermedad había iniciado su brote con un petalo de sylleblossom en Tenebrae, la tierra de origen de la oráculo y su futura esposa, sin embargo ella no había sido la víctima en esa primera ocasión.

Poco a poco la enfermedad se había extendido llegando incluso a los lugares más recónditos del Imperio de Niflhel, pasando por las poderosas aguas de Altissia y finalmente estableciéndose en Insomnia.

La primera víctima en Insomnia no había sido nadie más que Gladio, uno de sus más grandes amigos, quien fue víctima de los síntomas durante un entrenamiento dos a uno donde contrario a lo que él y Prompto habían celebrado, el abatimiento del escudo no había sido por causa de ellos, sino por un agudo dolor proveniente de una de esas flores atravesando su tráquea.

El dictamen médico fue rápido, el escudo tenía el hanahaki desarrollándose dentro de sí. Las raíces de la planta se había instalado ya en su corazón y pulmones; y eso que habían presenciado minutos atrás  fueron los primeros brotes de la sylleblossom torturando a su amigo.

Las cartas habían sido puestas sobre la mesa, el escudo tenía tres opciones: Declarar sus sentimientos a la persona que amaba y esperar a ser correspondido. De esa forma la enfermedad se iría sola; La otra opción era aceptar la única otra cura existente y someterse a una cirugía con la que arrancarían las flores de raíz y con ella se llevarían sus sentimientos y su capacidad de amar a cualquier persona; Y la última opción, aceptar la muerte literal que le traería el rechazo de su amor, dejando que la planta se propague hasta que terminase de invadir sus pulmones para finalmente ahogarse entre sangre y pétalos.

Para el príncipe la decisión le pareció obvia, el escudo debía declararse y si era rechazado debía someterse a la cirugía.

Era más fácil decirlo que hacerlo...

Sin embargo, cuando Ignis, quien se había encontrado en algo a lo que se había referido como una misión diplomática en Tenebrae, se enteró del estado de Gladio todo se solucionó dejando la enfermedad en algo que solo pasó.

Pasado el final feliz Prompto le había preguntado a su príncipe qué es lo que haría si él fuese infectado con la misma enfermedad.

El había contestado que sin duda le correspondería.

Prompto, ante tal respuesta solo sonrió con ternura, se abrazó al príncipe y dejó que lo abrazara protectoramente mientras depositaba un tierno beso en su frente.

Pero había un factor que Noctis no había considerado en su ecuación y le cayó como balde de agua fría sobre la cabeza, empapando su realidad y salpicando, de paso, la del rubio.

Tres meses después de lo sucedido con el escudo, el palacio de Lucis había recibido una carta cuyos emisarios provenientes de la casa de Nox Fleuret catalogaron como urgente pidiendo el apoyo del príncipe.

Lunafreya había caído víctima del hanahaki y al ser Noctis el objeto de su amor y futuro esposo se había pedido su presencia inmediata para sanar el corazón de la dama.

Al principio se había negado, más aún a causa de la relación secreta que tenía con su rubio amigo. Sin embargo ante la insistencia del mismo joven en su ida en apoyo de la mujer no tuvo más alternativa que acudir al llamado.

- "Fue por ella que te conocí, no puedes dejar que muera."

Mini PromptisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora